Este
término, que probablemente hayas escuchado anteriormente en al menos
una ocasión, se utiliza para referirse a los orígenes (España,
Portugal, sur de Francia, Italia, Grecia) de un sistema de
alimentación que consiste en la combinación de varios alimentos de
manera específica, el cual ha demostrado que promueve una mejor
salud y calidad de vida, en especial al aplicarse en nuestros países
occidentales.
Hay que
tener presente que la dieta mediterránea NO consiste en
súperalimentos “milagro” y tampoco es una lista estricta sobre
lo que se debe y no se debe comer. En lugar de ello, esta dieta es
una manera de aprender a comer de manera saludable a largo plazo.
Como es
sabido, la dieta promedio occidental es alta en alimentos procesados
(con gran cantidad de saborizantes, colorantes y conservadores), y es
baja en frutas y verduras. De igual modo, nuestra alimentación en
general se caracteriza por el uso excesivo de la sal para sazonar las
comidas, así como la comida rápida. A esto tendríamos que agregar
nuestro estilo de vida actual, viviendo en ciudades bajo estrés
constante, llevando una vida sedentaria y dependiendo del automóvil
prácticamente para todo.
Diversos estudios han demostrado que esta
combinación de factores se asocia con el desarrollo de varias
enfermedades crónicas (diabetes tipo 2, hipertensión arterial),
enfermedades cardiovasculares, obesidad, diversos tipos de cáncer, e
incluso las enfermedades de Alzheimer y Parkinson.
Hacer el cambio de una dieta occidental hacia una mediterránea es definitivamente una decisión inteligente hacia un modo de vida más saludable, ya que se ha demostrado que, después de practicarse por cierto tiempo, la dieta mediterránea puede reducir las posibilidades de desarrollar los padecimientos mencionados anteriormente, así como el riesgo de muerte prematura y aumentar las probabilidades de disfrutar de buena salud, sin tener que depender de medicamentos a largo plazo.
Si estás
interesado/a en adoptar esta dieta, te proporcionamos a continuación
sus principios básicos:
Incrementa
tu consumo de frutas, verduras, cereales integrales y leguminosas
(frijoles/habichuelas/porotos/judías chícharos/guisantes/arvejas,
etc.). En este sentido, la conocida recomendación de ingerir 5
raciones de frutas y verduras al día (las leguminosas contarían
como una porción también) está basada, en parte, precisamente
sobre investigaciones que se han hecho en cuanto a la dieta
mediterránea.
Siempre
que te sea posible, utiliza aceite de oliva (uno de los componentes
principales de la dieta mediterránea) o de colza en lugar de grasas
animales como la mantequilla (que no es mucho del agrado de las
personas en los países de donde proviene esta dieta mencionados
anteriormente) o la manteca de cerdo.
No
agregues sal a la comida en la mesa, pues por lo general los
alimentos ya contienen suficiente. Una alternativa para esto es
sustituir parcialmente la sal por hierbas y especias (albahaca,
orégano, tomillo, etc.), algo que las personas en los países
mediterráneos han hecho durante mucho tiempo. De esta manera,
puedes agregar y experimentar con nuevos e interesantes sabores en
platillos sencillos como arroces, pastas y guisos.
Limita
tu consumo de carnes rojas (las aves de corral y el pescado son
alternativas saludables), así como de alimentos precocinados y
comidas rápidas, los cuales son altamente procesados y donde es
difícil controlar el consumo de sal y grasas saturadas.
En
lugar de pastelillos, galletas y frituras, recurre a los bocadillos
como fruta fresca, frutas secas o frutos secos (nueces, etc.) sin
sal.
Consume
productos lácteos (preferiblemente en sus versiones bajas en grasa)
solamente en cantidades moderadas.
En el
caso de las bebidas, puedes consumir vino (tinto) con las comidas,
en un máximo de tres vasos pequeños al día para los hombres y dos
para las mujeres. Si prefieres abstenerte del alcohol, el agua
definitivamente es la mejor opción (en lugar de bebidas
azucaradas), aunque también el café y diversos tés o infusiones
herbales han demostrado tener beneficios para la salud. Se
recomienda tomar de 6 a 8 vasos de bebidas no alcohólicas al día
en climas templados para prevenir la deshidratación (en climas más
cálidos, puede ser necesaria una mayor cantidad).
Analizaremos
un poco más en detalle cada una de las categorías o tipos
principales de alimentos en la dieta mediterránea en la siguiente
sección de este artículo, mencionando los alimentos más típicos
en cada caso, así como alternativas a ellos, sus beneficios y los
riesgos asociados con un posible consumo en exceso:
Con base en las 3 categorías de alimentos que mencionamos anteriormente (aquellos cuyo consumo se promueve en la dieta mediterránea, los que pueden consumirse con moderación y los que deben limitarse al mínimo), te proporcionamos a continuación una guía de la frecuencia con la que debes consumirlos así como la cantidad de porciones en cada uno de ellos:
DE FORMA MENSUAL:
- Carnes rojas: 4 porciones como máximo
DE FORMA SEMANAL:
- Dulces, postres: 3 porciones como máximo
- Papas/patatas: 3 porciones como máximo
- Huevos: 3 piezas como máximo
- Aceitunas, frutos secos, leguminosas: 3 porciones como máximo
- Carne de aves de corral: 4 porciones como máximo
- Pescado: De 5 a 6 porciones
DIARIAMENTE:
- Actividad Física (ver nota en sección a continuación)
- Vino tinto con moderación (no más de 2 vasos pequeños de 125 ml cada uno en el caso de las mujeres, y no más de 3 para los hombres)
- Productos lácteos: 2 porciones
- Aceite de oliva: Utilizarlo como la grasa añadida principal en lugar de manteca de cerdo o mantequilla
- Frutas: 3 porciones
- Verduras: 6 porciones
- Cereales no refinados y sus derivados (pan / pastas / arroz integral, etc.): 8 porciones
- Agua en cantidad suficiente (de 6 a 8 vasos)
Ahora bien, ¿cómo saber a cuánto equivale cada porción para los grupos de alimentos mencionados en esta guía? También proporcionamos esta información a continuación:
- Carne, pescado y aves de corral: 60 gramos de carne magra cocida/cocinada o pescado
- Papas/Patatas: 100 gramos
- Leguminosas: 1 taza (100 gramos) de frijoles/judías/habichuelas/porotos cocidos
- Nueces/Semillas/Frutos Secos: 30 gramos (consúmelas solas como aperitivo o bien agrégalas a tus alimentos para darles más sabor).
- Productos lácteos: Una taza de leche o yogur o 30 gramos de queso
- Frutas: una manzana, un plátano/banano, una naranja. 200 gramos de frutas como la sandía o el melón, 30 gramos de uvas.
- Verduras: Una taza de verduras de hoja crudas o media taza de otro tipo de verduras.
- Granos/Cereales: media taza (de 50 a 60 gramos) de pasta o arroz cocidos, o una rebanada de pan (25 gramos)
Diversos estudios muestran que quienes adoptan una dieta mediterránea estricta (basándose en los tipos de alimentos y tamaños de porciones que acabamos de proporcionar) y realizan ejercicio con regularidad, encuentran con frecuencia que ambos factores ayudan a controlar su peso. Las comidas típicas mediterráneas, llenas de frutas, verduras y granos pueden ser bastante abundantes, lo cual disminuye el deseo por consumir calorías adicionales. Sin embargo, si esto no es suficiente en tu caso para lograr bajar de peso, entonces es posible que debas reducir tu consumo de calorías y/o aumentar tu actividad física.
Con respecto al primero de estos puntos (disminuir tu consumo energético/calórico), hemos mencionado ya en este artículo los alimentos específicos que debes consumir moderadamente o bien limitar tanto como sea posible. Si utilizas demasiadas grasas al cocinar, salsas a base de crema o quesos grasosos, consumes demasiados frutos secos, productos ricos en azúcar o tomas demasiado alcohol, no tardarás en darte cuenta de que tu cuerpo está recibiendo más energía de la que en realidad necesitas y comenzará a almacenarse en forma de grasa. Vale la pena que intentes reducir tus niveles de consumo de calorías si este es tu caso.
En cuanto a la actividad física, se recomienda que, siempre que sea posible, los adultos se comprometan a realizar por lo menos 30 minutos de ejercicio al día. Hay varias opciones para lograr esto: hacer caminatas largas, nadar, trotar o andar en bicicleta, con el fin de mantener un nivel mínimo de condición física, ayudando también a controlar el peso, ya que los mecanismos de regulación del cuerpo tienden a ser un poco lentos si uno permanece sentado durante demasiado tiempo, como ocurre frecuentemente con el estilo de vida actual. Cualquier ejercicio adicional te ayudará a quemar el exceso de calorías y grasa.
Además de lo anterior, el adoptar una dieta mediterránea y combinarla con actividad física forman parte de un conjunto o “paquete” completo de acciones que debes tomar para conservar o lograr una buena salud. Otras de las cosas que puedes hacer son:
- No fumar
- Hacerte medir la presión arterial y tus niveles de glucosa con un médico o enfermera cada 3 – 5 años en promedio (a no ser, desde luego, que recibas indicaciones por parte de ellos en el sentido de que debe ser con más frecuencia)
- Evitar la sal y sustituirla por condimentos y hierbas aromáticas, y...
- Controlar el estrés (en este sentido, una práctica muy común todavía en los países mediterráneos consiste en tomar la famosa “siesta” breve de 20 a 30 minutos de duración, lo que da nuevas fuerzas para enfrentar el resto de la jornada).
Con
el tiempo verás que, poniéndolos en práctica, todos estos hábitos
alimenticios y de estilo de vida, ¡terminarán
por convertirse en una parte natural de tu forma de vida y de hecho,
de ti mismo/a!