Como sabrás, son frecuentes los casos de personas que siguen estrictas dietas y no consiguen sus objetivos a la hora de perder peso. Además de factores directamente relacionados con los problemas de peso como lo son la hipertensión, la diabetes o el exceso de colesterol, existen otros que pueden influir también en las dificultades para perder peso.
Entre ellos, dos de los más comunes son el llamado metabolismo lento y el desequilibrio que presentan algunas personas entre las hormonas de insulina y de glucagón. Conócelos para tener más información al respecto y, sobre todo, acude a un médico si crees que tu caso puede relacionarse con estos aspectos. Ellos sabrán asesorarte mejor.
Otro de los motivos principales que podemos encontrar es el llamado metabolismo lento, que provoca que no quememos los alimentos como es debido y que, por tanto, se acumulen. Exactamente, el metabolismo hace referencia a los cambios químicos que experimentamos en nuestros cuerpos para mantenernos con vida.
Para que este metabolismo funcione correctamente debemos hacer especial mención a unas proteínas llamadas enzimas, que son las responsables de acelerar estos procesos. ¿Cómo podemos ayudar a nuestro metabolismo a funcionar como es debido?
Básicamente, siguiendo una dieta sana y equilibrada. De esta forma, las enzimas estarán en nuestro organismo en las cantidades adecuadas y comenzaremos a perder peso de forma saludable, evitando los llamados estancamientos clásicos de las dietas rápidas y la consiguiente subida de peso.
La insulina y el glucagón son dos tipos de hormonas generadas por nuestro cuerpo. Cuando tomamos alimentos con un alto contenido en glucosa se envía un mensaje a nuestro páncreas para que este genere más insulina, hormona que, a su vez, se encarga de guardar esa glucosa en nuestras despensas naturales y se asegura de que la grasa ya guardada no se pierda.
Por lo tanto, y a pesar de que siempre debemos ingerir alimentos con glucosa, pues son necesarios para nuestro organismo, nunca debemos hacerlo en exceso. Para guiarnos, debemos saber que, por regla general, aquellos alimentos más dulces son los que contienen más glucosa y, por tanto, son los que conviene controlar.
Deberemos controlar, pues, alimentos como el azúcar y la miel, los frutos secos, frutas como el plátano, el melón o las uvas, el maíz, el pan, el arroz y los cereales refinados.