Para perder peso, normalmente se suele hacer hincapié en la restricción calórica de los alimentos sólidos, pero a veces no se le presta atención al aporte calórico que proviene de los alimentos líquidos. 

Sin embargo, si queremos que la dieta no se nos vaya al traste, es necesario que tengamos presente también este aporte calórico líquido, ya que la mayoría de los refrescos y bebidas como el café endulzado, los zumos de frutas o las bebidas isotónicas para el deporte, contienen altos índices de azúcar y por tanto calorías.

Una opción para añadir efectividad a nuestra dieta pasa por eliminar de nuestra alimentación dichas bebidas, e introducir el agua, simplemente.

Existe la posibilidad de añadirle saborizantes artificiales pero tenemos que asegurarnos de que no contienen ningún elemento perjudicial.

Cuando queremos reducir las calorías, una opción muy sana y eficaz es beber agua, ya que no tiene calorías, ningún tipo de estimulante, ni grasas ni azúcares. 

Además, nuestro cuerpo necesita entre 6 y 8 vasos de agua diarios, en condiciones normales, para que su funcionamiento sea óptimo.

Es algo muy importante porque a veces, la deshidratación produce síntomas similares a los del hambre y los confundimos, logrando comer de más.

El Centro de Control y Prevención de Enfermedades dice que gran cantidad de calorías pueden proceder de las bebidas.

Por lo que, cuando decidimos optar por el agua simple, podemos reducir de manera apreciable el consumo de calorías.

Generalmente las bebidas envasadas como tés helados, jugos o néctares de fruta, aguas de sabor y sodas, contienen una buena cantidad de azúcar y por tanto, calorías. Así que cuando tomemos algún tipo de bebida que no sea agua, miremos detenidamente la etiqueta para ver en la información nutricional cuántas calorías contiene. 

Cuando el agua viene “enriquecida” con otros elementos como jarabe de maíz alta fructosa, miel o azúcar, contiene una apreciable cantidad de calorías que en condiciones normales no existen. 

Podemos buscar alternativas en las aguas con saborizantes artificiales a base de edulcorantes sin calorías, sin embargo está probado que incluso este tipo de bebidas pueden contribuir a aumentar el peso, ya que este tipo de bebidas hacen que el cuerpo desee más azúcar y esto puede dar lugar a un desequilibrio alimentario, una mala alimentación, según informa la Escuela de Medicina de Harvard. 

Además, no sacian la sed como el agua porque contienen otros elementos.

Cuando nos resulta difícil beber agua sola, podemos añadirle sabor de forma natural a base de frutas o verduras.

Con esto, las calorías seguirán siendo inexistentes, pero tendremos una bebida muy refrescante y que nos estimulará a beberla. 

Añadamos un chorrito de limón o un par de rodajas de pepino o un poquito de jugo de arándanos.

En caso de que necesitemos algo dulce, no elijamos cómodamente una bebida azucarada, sino que tomemos una pieza de fruta natural y  después bebamos un buen vaso de agua. 

La necesidad quedará satisfecha y no meteremos en nuestro cuerpo ni una sola caloría de más.