Actualmente vemos una situación contradictoria entre las jóvenes: cada vez más chicas hacen dieta pero cada vez más también sufren sobrepeso. En muchos casos, esto surge de una relación tormentosa con la comida. 

No querer a tu propio cuerpo y no ser capaz de disfrutar de los alimentos sin culpa, puede llevarte a una sensación de malestar constante. Aquí, una serie de tips para lograr el equilibrio entre el bienestar y la alimentación. 

• Comer solo cuando sientes hambre: día a día debes enfrentarte con la tentación de comer, pues en las vacaciones, en los eventos sociales y en las salidas con amigos está presente la comida. Y si haces dieta, resistir es mucho más difícil. En vez de ignorar a tu cuerpo cuando siente hambre y privarte, date esos gustos que deseas.
  
  Por otra parte, debes preguntarte por qué razón ingieres alimentos, para crear nociones reales sobre tu cuerpo. Puedes llevar un diario anotando lo que comes, por qué has comido y cómo te sientes después. Saber por qué estás comiendo es una parte importante de una alimentación saludable. Comprobarás que a veces comes sin tener hambre.

• Tener cuidado con los rebotes: ¿sabías que ganas más peso y más grasa haciendo dietas rápidas? Los regímenes que parecen mágicos te hacen adelgazar mucho en poco tiempo, pero después de unos meses vuelves a recuperar los kilos perdidos. Estos rebotes son mucho más perjudiciales para tu salud que si estás excedida en algunos kilos pero conservas ese peso estable.
  
  
• Concientizarte de que eres más de lo que ves por fuera: no prestes atención al mensaje de que la forma en que luces es más importante que lo que puedes lograr. No pienses nunca que no eres lo suficientemente linda o delgada para alcanzar tus metas.
  
  
• Informarte sobre los desórdenes alimentarios: obsesionarte con la comida o no comer nada es malo para ti. Así de simple. Sin embargo, no se trata solo de alimentarte sino de cómo te sientes con respecto a ti misma. Si no te gusta cómo luces o quién eres, adelgazar no va a solucionar eso. Intenta prestar atención a cuánto tiempo y energía gastas en pensar en tu peso.
  
  Si en lo único que puedes pensar es en que te sientes mal con tu cuerpo, habla con tu madre, tu médico o tu consejero escolar (alguna persona en la que puedas confiar) o acude a organismos como la Asociación Nacional de Desórdenes Alimentarios, de Estados Unidos. Allí encontrarás información cualificada y personal entrenado para ayudarte.

• Presta menos atención a los medios de comunicación: ¿te saboteas viendo fotos o programas de televisión con modelos perfectas? Pues debes saber que muchas veces esos cuerpos no son reales. Con software de computadora las figuras humanas se modifican para que las modelos se vean más altas, delgadas y glamorosas de lo que realmente son. Intenta no obsesionarte con los mensajes de los medios que te transmiten una imagen falsa sobre el cuerpo.