Levadura: de textura similar al queso y sabor avellanado, es una increíble fuente de vitamina B12. Este elemento activa tu energía, protege la corteza cerebral y contribuye a la salud de la piel, el pelo y las uñas. Además es una proteína completa con todos los aminoácidos esenciales que habitualmente buscamos en los productos de origen animal.

Por eso, es un buen suplemento en la dieta de personas vegetarianas. Incorporar levadura nutricional es muy fácil: añade 2 cucharadas soperas a tus sopas y salsas, para mejorar el sabor de tus comidas, obtener más proteínas y muy pocas calorías extras (alrededor de 60 por porción)

Semillas de chía: la mayor parte de las variedades son insípidas, pero aportan una textura interesante a las ensaladas y sopas de siempre. En una porción (solo 140 calorías) obtendrás una gran dosis de antioxidantes, fibras, proteína, hierro y ácidos grasos esenciales Omega 3. Este último componente reduce las inflamaciones, funciona para tratar la ansiedad y la depresión, e incluso retrasa el envejecimiento celular.

Una ventaja de las semillas de chía frente a otras es que se conservan durante mucho tiempo, siendo más convenientes que el resto de los alimentos. No hace falta molerlas: simplemente, espolvoréalas sobre el cereal, el yogur, las ensaladas o hasta mezclarlas a tu jarra de agua de sabor.

Kéfir: es un producto que se obtiene de la leche fermentada; su sabor es muy parecido al del yogur y está lleno de proteínas completas, calcio y vitamina D. Las personas que son intolerantes a la lactosa pueden beberlo porque es libre de ésta y fácil de digerir. Pero uno de sus mayores beneficios es el gran aporte de probióticos, bacterias que mejoran el sistema inmunológico y la digestión, e incluso reducen el colesterol malo.

Puedes convertir el kefir en tu desayuno o incorporarlo como una colación dulce. No obstante te recomendamos ser cuidadosa y empezar de a poco, pues el organismo necesita desarrollar tolerancia a los probióticos. Debes empezar con ½ taza diaria y después de un tiempo aumentar la dosis.

Cáñamo: es un alimento natural que se comercializa bajo muchas formas diferentes –semillas, polvo proteico, aceite y hasta producto textil- y que puedes incorporar fácilmente a tus comidas para incrementar su valor nutricional. El aceite de cáñamo contiene mayor cantidad de ácidos grasos esenciales Omega 3 y 6 que ningún otro tipo de óleo. Son grasas buenas que reducen el riesgo de padecer –entre otras enfermedades- diabetes, ataques cardíacos y mal de Alzheirmer.

Además, el cáñamo es una excelente fuente de proteínas completas, convirtiéndose en un buen sustituto de las proteínas de la carne. Puedes agregar dos cucharadas de semillas en tu avena del desayuno o en un batido.

Ajo negro: es el ajo fermentado, envejecido; tiene un sabor menos fuerte que el fresco pero aporta prácticamente la misma proporción de antioxidantes. Estos elementos protegen contra el daño celular, permitiéndote verte joven por más tiempo. Los antioxidantes retrasan el envejecimiento causado por la edad y los agentes perjudiciales como el sol, la polución y el cigarrillo.

Una gran ventaja es que no deja mal aliento como el ajo blanco. La forma más sencilla de incorporar ajo negro en tus comidas es utilizarlo igual que como hacías con el fresco: en platos de pasta, sopas, guisos.