A menudo, tras una larga jornada de trabajo, necesitamos desentumecernos y hacer algo de ejercicio, movernos de alguna manera para estirar nuestros miembros adormecidos tras tantas horas frente al computador.

Aunque obviamente no solamente perseguimos sentirnos algo mejor, sino tratar de perder algo de las calorías que hemos ido acumulando a lo largo del día de estar continuamente sentados.

Sin embargo, en mi caso, no padezco el problema del sobrepeso, y me paré a pensar que, a pesar de mi sedentarismo crónico, mi forma física y mi peso es el correcto, y pensé en compartir cómo consigo esto sin que suponga un tremendo sacrifico a base de dietas rigurosas y ejercicio extenuantes.

Ahí van algunos consejos que aplico y que me han mantenido dentro de unos límites razonables de peso:

Tenemos que comprender cuáles son las grasas que podemos y debemos comer si es que queremos perder peso, y cuáles son absolutamente perjudiciales y debemos evitar a toda costa. Porque no todas son iguales, y efectivamente, hay grasas cuyo consumo promueve la pérdida de la que tenemos acumulada en nuestro cuerpo.

Además, nos ayudan en la absorción de determinadas vitaminas, hacen que tengamos nuestro pelo, piel y uñas sanos y brillantes y sobre todo, nos mantienen saciados durante más tiempo.

Hablamos de aquéllas contenidas en los aguacates, por ejemplo, y en el aceite de oliva, las semillas de girasol, el aceite de coco o las semillas de lino.

Puede parecer un tópico, pero seguro que si se para a pensarlo, se dará cuenta de que está bebiendo mucho menos de los 2 – 3 litros diarios recomendados. Y si además, usted se está moviendo o la temperatura ambiente es elevada, la cantidad debe ser mucho mayor.

No es sólo un consejo para la dieta, debe ser una medida habitual. 

Y su sustituimos las bebidas azucaradas, las cervezas, el alcohol y las gaseosas, por agua, no solamente no sufriremos físicamente la carencia de dichas bebidas, sino que nuestro cuerpo nos agradecerá efusivamente el cambio.

Aunque no sea precisamente un fan de las verduras, hay infinidad de combinaciones y platos que podemos elaborar cuyo sabor nos deleitará, si es que dejamos atrás el arraigado prejuicio contra ellas, y veremos cómo aprendemos a disfrutarlas.

Además, son vitales y nos proveen de vitaminas, antioxidantes y fibra y podremos comer en grandes cantidades sin que nuestro peso aumente lo más mínimo.

Es casi natural del ser humano desear con intensidad aquello que nos prohíben o nos prohibimos. Así, cuando vemos algún alimento que está etiquetado como no sano, lo vemos, sin poder evitarlo, como más atrayente. 

Por lo tanto, lo único que conseguimos a veces con esta actitud, es no poder dejar de pensar en lo que deseamos. 

Por eso, si de vez en cuando queremos algo con mucha intensidad, por ejemplo, una pizza, no nos privemos como si fuesen veneno, tengamos una actitud más relajada y permisiva, y podremos comprobar cómo nuestro deseo por estos alimentos disminuye a límites tolerables y manejables.

Nadie ignora que el ejercicio es básico para perder peso, pero eso no quiere decir que nos guste hacerlo. Y qué sucede cuando algo no nos gusta: o no lo hacemos, o pierde parte de su eficacia, porque no ponemos empeño.

Así que como comprendemos la necesidad de movernos, busquemos algo que realmente nos guste. Seguramente usted no seguirá poniendo el despertador para ir a correr a las cinco de la mañana, si es que no le apasiona, pero sí que lo hará para hacer algún deporte, o ejercicio, o actividad física que realmente le guste. 

Busque cuál sea esa actividad y hágalo al máximo, disfrutará y perderá muchísimo del peso que le sobra.

Ya ven, cinco medidas sencillas pero sumamente eficaces para introducir en nuestros hábitos sin tener que someternos a los tediosos rigores de una dieta.