Hay demasiada información actualmente acerca de las dietas saludables y los fines que persiguen, así como los medios de que se componen para conseguirlo. 

Tanta información da lugar a confusión y a desinformación, por lo que vamos perdiendo el norte de qué podemos y no podemos hacer, qué debemos y qué no debemos comer.

Así que si tenemos un objetivo claro en mente, ya sea perder peso de forma saludable, ganar músculo, o simplemente mantenernos en nuestro estado de forma saludable actual, debemos conocer lo más precisamente posible los fundamentos de una alimentación saludable si queremos no perdernos en ese mar confuso de marketing publicitario y hacernos daño en nuestra salud y nuestro estado físico.

Este principio básico y fundamental a veces se obvia en dietas supuestamente saludables, pero es vital para cualquier objetivo que busque mantener y mejorar la salud. 

Como cantidad promedio, una persona normal ha de ingerir al menos  8 vasos de un cuarto de litro diariamente, sin embargo, algo más es mejor.

Aunque tampoco debe excederse: el riñón sano normal puede llegar a tolerar hasta 60 vasos al día, pero no es necesario que lo llevemos a esos límites.

Este principio nutricional es básico y siempre debe estar presente en cualquier dieta que se precie de saludable. 

No solemos comer suficiente, porque la cantidad de granos enteros, verduras y frutas que comemos no es bastante: un adulto debe consumir al menos 20 a 30 gramos de fibra diariamente. 

Otras fuentes ricas en fibras, además de las mencionadas, se encuentran en la avena y en los frijoles.

Es necesario que desviemos los platillos de la balanza desde las proteínas que se acompañan de alto contenido en grasa, como las carnes rojas; según la Escuela de Salud Pública de Harvard, quienes consumen algo más de medio kilo de estas carnes a la semana tienen un riesgo incrementado de padecer cáncer de colon.

Prefiera las proteínas que provienen de fuentes magras, como el pollo, el pavo, los frutos secos, el pescado y las claras de huevo.

Estos son aquéllos cuyo índice glucémico es bajo, es decir, no aumentan rápida y drásticamente sus niveles de glucosa en sangre, ni promueven su almacenamiento en forma de grasa, como hacen los carbohidratos “malos”, o de alto índice glucémico.

Estos carbohidratos buenos están incluidos en las frutas, verduras, granos enteros, trigo integral, avena, y frijoles.

Y simultáneamente, rechace cualquier carbohidrato refinado y azúcar simple.

Si quiere conseguir una dieta saludable, en ésta no pueden faltar al menos cinco porciones o más de frutas y verduras al día, ya que por su elevado contenido nutricional y su riqueza en antioxidantes son básicos para mantener un buen estado de salud. 

Además, son bajos en calorías, ricos en fibra y constituyen un excelente sustituto de todas esas comidas chatarras que solemos consumir: dulces, bocadillos repletos de grasas, trozos de pizzas (o enteras), papas fritas o helados.

Son uno de los peores venenos que podemos introducir en nuestro cuerpo: reducen el colesterol bueno y aumentan el malo a niveles alarmantes. 

Además, no hay un nivel que se pueda considerar seguro, o inclusive, “menos perjudicial”: cualquier nivel es muy dañino. 

Y se encuentran en algunas comidas rápidas, y sobre todo en los alimentos procesados y fabricados que contienen como ingrediente, aceite vegetal parcialmente hidrogenado (por ejemplo, postres y horneados comerciales, aunque los ejemplos son innumerables).

Aun en detrimento de su orquestada publicidad, éstos casi nunca son necesarios a no ser que tenga alguna deficiencia dietética, o sus requerimientos nutricionales reales sean superiores a los que consigue con su dieta saludable. 

Y si es que se encuentra en etapas de especial requerimiento físico hable con su médico antes de tomar por su cuenta cualquiera de los que venden en el mercado.

Evite consumir refrescos azucarados, bebidas deportivas e incluso “dietéticas”, o jugos de frutas azucarados; estos suelen contener calorías añadidas que únicamente consiguen aumentar sus niveles de glucemia

Como ve, no es nada confuso seguir esta serie de consejos, que deberían estar incluidos en cualquier dieta saludable. Si alguno no está presente, desconfíe.