Aunque no es algo sencillo, el control
o dominio sobre nuestros impulsos para comer, sobre el hambre y sobre
todo, sobre los antojos, es algo fundamental. Y más cuando se trata
de la comida nocturna, especialmente uno de los más conocidos
desórdenes alimenticios: el síndrome del comedor nocturno.
¿Pero cómo podemos detener esta
ansiedad nocturna, si comer es en lo único en que podemos pensar? Sin
embargo, hemos de ser contundentes y tener claro algo: nosotros no
vivimos para comer, sino que comemos para vivir. Esto lo tenemos que
tener muy claro en nuestra mente, hemos de interiorizarlo
profundamente si es que queremos resistir la tentación cuando por la
noche nos despertamos con la intención irresistible de bajar a la
nevera a picar algún bocadito.
Y es que tenemos la tendencia a
refugiarnos en los alimentos para calmar la ansiedad que nos producen
nuestros problemas, pensamos que después de una porción de pastel o
de algunas galletitas saladas, el problema o los problemas
desaparecerán. Ud. vive siempre diciéndose “esta trozo de pastel es
el último...”, pero nunca es así, y no, sus problemas no
desaparecen por más helados o tortitas o galletitas que tome por la
noche. Sea realista, abra los ojos y enfréntese a la realidad: usted
tiene el síndrome del comedor nocturno y si no se detiene va a
arruinar su vida.
Hay dos conceptos que usted debe tener
en su mente en todo momento: control y equilibrio. Ha de controlar en
todo momento su hambre con el fin de controlar su peso y sobre todo,
su salud. Pero también ha de ser equilibrado en su alimentación:
suprimir el apetito por los alimentos poco saludables, así como comer
ya tarde, cerca de la noche o en la noche misma.
¿Qué medidas podemos tomar para
detener el síndrome del comedor nocturno?
Lo primero que debe y tiene que
lograr es serenidad y calma a la hora de afrontar sus problemas, y
pensar que por mucho que comamos, los problemas que tengamos no van a
desaparecer, que lo único que estamos haciendo es escondernos en los
alimentos y que es una de las soluciones que adoptamos tarde en el
día o ya en la noche para paliar nuestra ansiedad.
Pero como
reiteramos, ello sólo nos llevará a sumar otro problema a los que
ya tenemos, así que afrontémoslos con valentía.
Hagámonos conscientes de nuestro
estado y de nuestras acciones, no podemos vivir en un mundo de
ilusiones en el que nos escondemos nuestras verdaderas acciones y
negamos sus consecuencias: sufrimos el síndrome del comedor
nocturno.
Ese es uno de los primeros pasos para poder corregirlo.
Para comenzar a poner unos límites
netos a nuestro síndrome, hemos de fijarnos un horario estricto de
comidas y cumplirlo a rajatabla: hay que realizar tres comidas
saludables al día y tomar siempre, la última comida, como muy tarde
a las 19:00 horas, nunca más tarde.
Y a partir de ahí, sea cual sea
nuestra necesidad psicológica, nunca comer hasta la mañana
siguiente.
Si pese a todo al principio nos es
casi imposible dejar de comer furtivamente por la noche, entonces hagamos
limpieza de nuestro refrigerador: eliminemos de su interior todos los
dulces, comidas chatarra y posibles refrigerios que sólo nos
engordarán, y dejemos sólo los alimentos saludables que al menos no
pondrán en peligro nuestro peso y nuestra salud.
Y finalmente, cuando vayamos a
comer, hemos de preguntarnos siempre “¿porqué estoy comiendo?”,
ya que está comprobado que en este tipo de síndrome, el 70 % de las
ocasiones comemos porque tenemos alguna crisis de ansiedad o miedo, o
bien porque estamos aburridos, o por cualquier otra razón, excepto
la necesidad real de comer. Así que sea honesto consigo mismo y sólo
coma cuando tenga realmente hambre, no convierta la comida en un
intento de resolver su frustración.
Como vemos, todos estos consejos
conllevan un serio auto-control psicológico, pero todos los que
quieren y logran perder peso son personas que consiguen finalmente
imponer su voluntad sobre sus debilidades. Así que sea usted también
uno de ellos.