Tratándose de
nutrición, la mayor parte de las personas parecen no ponerse de acuerdo en
nada. Se dice mucho y parte de todo eso no va a ninguna parte.
Escuchar tantas
opiniones contradictorias puede resultar abrumador; sin embargo, alimentarte
sanamente no es complicado si tienes un par de ideas claras. Veamos lo básico sobre
el tema.
¿Cuál es el régimen más adecuado para una persona? Depende de muchos factores como edad, sexo, metabolismo, cultura, gustos personales y rango de actividad física.
Sin embargo, si quieres perder peso y mantenerlo estable, además de estar saludable, debes hallar un plan de alimentación al que puedas adherir a largo plazo. Esta es la clave para tener éxito: encontrar una dieta que te guste y que puedas mantener de por vida.
La comida basura ha aparecido en las últimas décadas en Occidente. Por lo general, aquellas poblaciones que no consumen alimentos procesados no las consiguen; pero aquellas que lo hacen, cambiando su dieta tradicional por azúcar, harinas refinadas y aceites procesados, desarrollan diversas afecciones.
Aumento de peso, diabetes, deficiencias cardíacas, cáncer, dientes arruinados, integran hoy la lista de los mayores problemas de salud en todo el mundo y buena parte de ellos son causados por la mala calidad de la alimentación. Diversos investigadores vienen corroborando el fenómeno desde la primera mitad del siglo XX.
Para muchas personas, bajar de peso es una cuestión de cuántas calorías incorporan o dejan de lado. Es verdad que para perder kilos, debemos quemar más energía que la que ingresamos al organismo. No obstante el cuerpo es una máquina metabólica muy compleja y numerosos factores se ponen en juego a la hora de adelgazar, mas allá de la cantidad de calorías que ingerimos.
Puedes hacer muchas cosas para regular tus ingestas aparte de contar las calorías: por ejemplo, consumir más proteínas, limitar los hidratos de carbono y elegir alimentos naturales en vez de comidas procesadas.
La mayor parte de las personas asumen que ingerir grasa suma kilos, quizás porque es un nutriente más calórico que las proteínas y los carbohidratos.
No obstante, todo depende del contexto; se han hecho estudios que demuestran que los regímenes alimenticios altos en grasa saludable y bajos en hidratos de carbono llevan a perder más peso que los que mantienen la proporción inversa.
Es un error asumir que todos los alimentos naturales son sanos. Si bien es cierto que no están procesados, existen muchos elementos que en estado natural son igual de dañinos que su contraparte elaborada.
Por ejemplo, el néctar de agave: a pesar de ser un jarabe natural, contiene mucha más fructosa que el azúcar de mesa y el jarabe de maíz de alta fructosa.
Hay que estar bien informado para saber elegir la opción tanto natural como saludable.
Los aceites vegetales refinados de soya y canola suelen ser asumidos como saludables; sin embargo, se trata de productos procesados con altos niveles de Omega 6, que consumido en exceso puede provocar problemas.
Están cargados de grasas trans, que provocan deficiencias metabólicas y enfermedades coronarias.
Las mejores opciones son las grasas naturales como el aceite de oliva extra virgen y el aceite de coco.
Hasta hace poco tiempo atrás, estos elementos eran mala palabra en la dieta. Sin embargo, algunas nuevas investigaciones han demostrado que las dietas muy bajas en grasa saturada no lograron disminuir la frecuencia de ataques cardíacos, como se creía anteriormente. La disputa aun esta en estudio, pero según estas investigaciones, se trata de un régimen imposible de mantener a largo plazo y que no previene, al parecer, el cáncer ni las enfermedades del corazón.
Si de bajar kilos se trata, es el elemento más indicado porque acelera el metabolismo y reduce el apetito.
Las proteínas requieren más energía para ser asimiladas; por ende, una dieta alta en este nutriente te puede llevar a quemar entre 80 y 100 calorías extra cada día. Además, como lo demuestra un estudio, incrementando las proteínas hasta que representen el 30% de tu ingesta total, consumirás 440 calorías menos por día y podrás perder hasta 4 kilos en 3 meses.
La fructosa aporta calorías vacías y a largo plazo puede provocar desórdenes metabólicos y enfermedades crónicas.
Comer mucha azúcar es malo, pero incorporarla en bebidas es aún peor, porque el cerebro no la registra y por ende no compensa su necesidad de consumir sólidos dulces. Las gaseosas y el jugo de frutas son las causas más frecuentes de obesidad actualmente, incluso en los niños.
Esta creencia no tiene ningún fundamento y es sostenida por quienes desean evitar que la gente consuma carne. En realidad la carne es digerida por el ácido estomacal y las enzimas, y luego todos sus nutrientes son absorbidos por el organismo. Nuestro cuerpo está perfectamente capacitado para asimilar las grasas, vitaminas, proteínas y minerales de la carne.
Lo único que se pudre en el intestino es la fibra, un elemento que no se puede digerir. Y eso de hecho ayuda a tu organismo, porque las bacterias del intestino transforman la fibra en ácidos grasos de cadena corta, que aportan importantes beneficios a la salud.
Si bien existen dietas bajas en carbohidratos para personas obesas, esto no significa que este nutriente sea por sí solo el causante del aumento de peso.
Hay muchos ejemplos de poblaciones que siguen una dieta alta en hidratos de carbono (por ejemplo, las asiáticas, que consumen mucho arroz) y que no tienen problemas de obesidad. Si quieres estar sana, simplemente elige carbohidratos de alimentos no procesados y con mucha fibra.
Desde que las investigaciones y los medios comenzaron a considerar las grasas como perjudiciales, empezaron a salir al mercado todo tipo de comidas elaboradas en versión "light".
El problema es que los alimentos tienen muy mal sabor cuando se les quita la grasa; y así, es necesario adicionarles mucho azúcar y químicos artificiales. ¿En verdad quieres cambiar los lípidos naturales de los alimentos por aditivos peores?
Muchas supuestas investigaciones en nutrición dadas a conocer por la TV tienen pocos fundamentos. Se presentan como si pudieran probar algo y en realidad están totalmente sacadas de contexto.
Muchas veces son estudios observacionales, que sólo muestran correlaciones estadísticas. Por desgracia llevan a la gente a tomar decisiones alimentarias basadas en investigaciones engañosas o de mala calidad.
Lamentablemente, los fabricantes de comida procesada no son muy honestos acerca de los efectos que sus productos tienen en nuestra salud.
Muchas veces colocan en el envase leyendas sobre las saludables ventajas de consumir ese alimento, llevando a la gente a comprarlos. Un cereal o barrita que proclama que es “integral”, probablemente también contenga mucho azúcar o aceites refinados.
No confíes mucho cuando la etiqueta dice que el producto es saludable, pues probablemente es una jugada de la mercadotecnia.
A pesar de que el tema de la nutrición parece complicado, comer bien es muy sencillo. Debes mantener una dieta rica en alimentos integrales, naturales, sin procesar. Si la lista de ingredientes de un producto incluye más de 5 ítems o tiene nombres de químicos que no conoces, probablemente sea una mala elección. Los alimentos reales no necesitan un listado de agregados: son comida por sí mismos.