El azúcar ha de estar siempre presente en nuestra dieta, ya que es un elemento fundamental para el funcionamiento de nuestros órganos y sistemas, pero siempre y cuando no superen la ingesta diaria recomendada.
Se encuentra de forma natural en muchos alimentos naturales y por ello, saludables, sin embargo, el problema comienza cuando se añade un contenido extra a los alimentos procesados para mejorar el sabor, por ejemplo.
Dichos alimentos, por contrapartida, suelen ser bajos en el resto de los nutrientes esenciales, como la fibra, las vitaminas y los minerales, por lo que su consumo nunca es recomendable.
Si estamos sometidos a cualquier condición de salud limitada por alguna enfermedad o característica fisiológica propia, hemos de consultar a nuestro médico para conocer cuáles son los límites que se adaptan a nuestras condiciones. La toma de medicamentos también determina una variación de la ingesta de azúcar.
Este es un problema que puede pasar inadvertido. Y es que muchos de los alimentos que solemos ingerir son procesados, comprados, y no preparados por nosotros. Ello supone que no tenemos un control sobre la cantidad de calorías en forma de azúcares añadidos y grasas presentes en tales alimentos, con lo cual, sobrepasamos con creces, los límites aconsejables.
Esto produce un gradual pero sostenido incremento de nuestro peso, así como un riesgo elevado de padecer enfermedades cardíacas.
Así pues, de forma desapercibida podemos estar trasponiendo los límites aconsejables y ello determina serias consecuencias para nuestra salud.
No sólo se promueve la caries dental (ya que el azúcar propicia el crecimiento de bacterias en los dientes), sino que si la mayor parte de nuestras calorías provienen de azúcares y grasas no saludables, dejamos de comer otros alimentos que son esenciales para nuestra salud: frutas, proteínas magras, verduras y granos enteros e incluso productos lácteos bajos en grasas.
Hay una variación concreta para los niveles de azúcar que pueden comer nuestros hijos, y los niños en general, según sea el grupo de edad al que pertenezcan.
No es lo mismo el consumo calórico y las necesidades que presentan los niños en edad preescolar, donde el crecimiento es rápido, al que requieren los niños cuyas edades están comprendidas entre los 4 y 8 años, donde hay cierta reducción de la velocidad de crecimiento relativa, o al que requieren los adolescentes que están en plena fase de ebullición hormonal y formativa, definiendo su constitución física final.
Según la American Heart Association, los requerimientos de azúcar/calorías de estos tres grupos oscilan entre las 4 cucharaditas o 64 calorías, las 3 cucharaditas o 48 calorías y las 5-8 cucharaditas o las 80-130 calorías diarias, respectivamente.
Existen diferencias en cuanto a los límites de azúcar que pueden permitirse los hombres y las mujeres, pero en ambos casos, la cantidad de azúcar que se come o se bebe no debe superar nunca la mitad de las calorías totales que ingerimos en el día.
Según la American Heart Association los hombres pueden llegar a consumir hasta 9 cucharaditas por día, es decir, 150 calorías, y las mujeres no deben sobrepasar las 6 cucharaditas diarias, es decir, 100 calorías..
Comparando los datos que hemos mencionado líneas arriba, con los datos proporcionados por el Consumer Reports Health sobre el consumo promedio de azúcar del estadounidense medio, vemos que éste es muy superior al recomendado, ya que se suele tomar unas 335 calorías de azúcar por día, es decir, unas 22,2 cucharaditas.
Si queremos detener los riesgos que suponen para nuestra salud el hecho de duplicar e incluso triplicar la cantidad de azúcar que consumimos diariamente, podemos empezar por sustituir algunos alimentos con exceso de dulce por otros más naturales e igualmente apetitosos: si quitamos del frigorífico los yogures azucarados y los sustituimos por yogures naturales cubierto con bayas frescas, habremos reducido apreciablemente la cantidad de azúcar.
Igualmente podemos dejar las galletitas dulces y tomar queso bajo en grasa sobre galletas de grano entero. Además, es importante que dejemos de consumir bebidas carbonatadas y azucaradas: dejar de tomar una sola lata de 330 cc de refresco, sustituyéndola por agua, nos ahorrará alrededor de 150 calorías de azúcar.
No son sacrificios excesivos y con pequeños detalles podemos lograr rebajar nuestro consumo de azúcar a límites razonables, así que no dudemos y ánimo.