Puede parecernos una tontería, pero recientes
investigaciones y estudios encaminados a obtener las mejores estrategias para
perder peso, han encontrado en un sencillo truco una de las mejores
herramientas para adelgazar: llevar un diario de nuestra ingesta cotidiana.
Dicho de esta manera puede parecer un tanto ridículo, pero
lo cierto es que los estudios han demostrado que esta sencilla actividad ha
logrado lo impensable: un grupo control de 1700 personas que se sometieron a
esta prueba, en un período de seis meses perdieron seis kilos más que aquéllos
no sometidos a esta prueba.
Los psicólogos lo llaman atención consciente, o
dicho de otra manera, hacerse conscientes de nuestros hábitos y acciones.
Este suele ser el mecanismo por el que nos vamos perpetuando
en nuestra obesidad: no nos damos cuenta, o no queremos darnos cuenta, de cuánto
comemos, cómo comemos, qué comemos y cómo estamos cuando comemos, y sobre todo
porqué comemos.
En este sentido, es muy importante también no solamente
anotar las diferentes ingestas o comidas que vamos realizando a lo largo del día,
sino que también es muy útil, y refuerza la acción “adelgazante” de este
diario, el hecho de anotar tanto las
calorías que aporta cada alimento que ingerimos (hay tablas de alimentos donde
podemos encontrar esos datos), como el estado de ánimo o lo que sentíamos en el
momento previo a ir a ingerir el alimento en cuestión: bien estábamos
aburridos, y decidimos ir a tomarnos una chocolatina, o bien nos sentíamos
deprimidos y fuimos a por un pastelito a la despensa o tal vez estábamos
ansiosos y nos dio por comer saladitos de manera compulsiva.
Todos estos datos que vamos anotando en un diario, que podría
ser una simple tabla titulada ¿cómo
adelgazar? con varias columnas, nos pone frente a nosotros mismos,
obligándonos a hacer consciencia de nuestra tendencias, acciones y
consecuencias. Así, nos podemos dar cuenta que, cuando estamos en tal o cual
estado de ánimo, invariablemente recurrimos a alimentos que nos den la
sensación de aliviarnos de esa carga psicológica o emocional.
Con frecuencia, esto es útil para darnos cuenta de que
nuestro problema no es realmente la excesiva ingesta de alimento en sí, sino
que recurrimos a ellos por determinadas carencias psicológicas o emocionales. Y
esto nos da una vía de solución a una parte del problema, porque indudablemente,
si logramos, solos o con ayuda, encauzar nuestras carencias psíquicas y/o
emocionales, habremos solucionado gran parte del problema.
Otra cosa que también debemos tener en cuenta para saber cómo adelgazar, es que los alimentos
que usamos a veces como substitutorios parciales de los alimentos “peligrosos”
aportan muchas veces más de lo que necesitamos para estar nutridos, por lo que
su efecto puede no ser el deseado.
En definitiva, cómo adelgazar
puede resultarnos mucho más sencillo de lo que pensamos si decidimos llevar a
cabo esta sencilla disciplina, para que realmente nos apercibamos de
qué es lo
que comemos, y de esa forma, al enfrentarnos a nuestra propia realidad, muchos
(como demuestra el experimento antedicho), dejan de actuar mecánicamente y se
toman la ingesta arbitraria de alimentos de una forma mucho más comedida y
consciente, logrando esto a la larga un mejor conocimiento de sí mismos, un
cambio positivo en nuestra personalidad y consecuentemente, una reducción del
peso asociado a carencias más bien psíquicas que nutricionales.