Casi todos los que están leyendo estas líneas, en algún momento de su vida han hecho una dieta. Es algo que, dado nuestro ritmo caótico y al mismo tiempo sedentario y estresante, hemos tenido que hacer o haremos.

Sin embrago, casi por definición, una dieta es algo que se empieza y acaba en un tiempo concreto, y corremos el riesgo muy probable, de retornar a nuestros valores antropométricos previos.

Esto da lugar a que con cierta frecuencia, debamos regresar a una nueva dieta, y con el tiempo, nos vamos habituando, pero el hábito de nuestro cuerpo a determinados patrones restrictivos cíclicos, hace que la eficacia de la dieta sea cada vez menor, así como la fuerza y constancia con que las llevamos a cabo.

Entramos en el ya bautizado como “Ciclo de arranque-parada” que nos mantiene enganchados a unos gastos y sufrimientos interminables.

Es necesario que sepamos de qué manera podemos alcanzar el éxito en una dieta con buen término y disfrutar de resultados concretos y permanentes. 

Les vamos a explicar cinco estrategias para lograrlo y perder realmente ese peso que vuelve una y otra vez.

Desgraciadamente, hay muchos intereses creados alrededor de las dietas, y una de las mentiras más difundidas en este terreno es la de que las dietas no funcionan. Inclusive colectivos médicos son responsables de la difusión de esta falacia. 

Sin embargo, una dieta saludable es simplemente un régimen alimenticio que le servirá mientras usted la siga adecuadamente y adapte buenos hábitos a largo plazo. 

Todas las dietas correctamente elaboradas surten efecto todo el tiempo, el problema es que las personas suelen cansarse de seguirlas todo el tiempo necesario.

Es imprescindible tener la voluntad y fortaleza mental para atenernos escrupulosamente a ellas, y buscar una que se adecua a nuestro estilo de vida. Es como el presupuesto de un negocio o una casa: si nos atenemos estrictamente e él, conseguiremos llegar a fin de mes,  e incluso obtendremos beneficios, si no, nos endeudaremos hasta las cejas.

Creer, o querer creer que una dieta no funciona, es eludir la propia responsabilidad en el fracaso. No caiga en ese error.

Si nos paramos a analizar seriamente las causas que nos llevan a no concluir con éxito cualquier dieta, veremos que nos escudamos en tópicos (la genética, nuestra vida ajetreada, que si algunas mujeres tienen más dificultad para perder peso, etc).

Pero reflexionando, vemos que en la mayoría de las ocasiones hay una mala elección de alimentos, comemos por simple necesidad emocional y nos falta practicar ejercicio habitual.

Así que no le echemos la culpa de nuevo a la dieta: si queremos realmente bajar de peso (con la salvedad de las escasísimas ocasiones en que hay un trastorno endocrino severo), podemos hacerlo.

Este es tal vez uno de los mayores obstáculos para el éxito de las dietas: la no aceptación del sufrimiento que implican. Nadie puede llevar una piedra redonda cuesta arriba sin esfuerzo, nada se construye sin esfuerzo. Ese esfuerzo es el que traducimos como sufrimiento.

No se autoengañe: para estar en forma, es necesario quemar calorías, y eso es un mecanismo de simple combustión, que es un consumo de energía que está directamente relacionado con el trabajo realizado. 

Está comenzando a expandirse un fenómeno social enormemente preocupante: consiste en que cada vez más los individuos están rechazando su responsabilidad sobre sus propios comportamientos, sobre la consecuencia de los mismos y sobre la mayoría de los aspectos de sus vidas en general.

Esto genera actitudes enormemente irresponsables comportándose de manera infantil, pensando que después, el seguro médico, el “gobierno” o la familia, se encargarán de solucionarles los problemas derivados y pagarán las consecuencias.

Es un obstáculo emocional infranqueable para querer solucionar muchos problemas, en este caso el del sobrepeso: la culpa de su obesidad estará siempre fuera, no en la misma persona.

Si no aceptamos la responsabilidad de nuestros actos, y afrontamos las acciones que enmienden nuestros errores, por nosotros mismos, nunca sabremos que no sólo somos el problema, sino también la solución.

En síntesis, una dieta es una batalla que llevamos a cabo contra nosotros mismos: tú contra ti mismo, la batalla de las batallas, la gran guerra.

Normalmente, cuanto mayores somos, más arraigados están nuestros hábitos y más difícil resulta cambiarlos, así que ponernos del lado del nuevo “yo”, que puja por conquistar el terreno, requiere de una firmeza total, si no, perderemos la guerra más tarde o temprano.

Hay una oportunidad, si comenzamos fuerte y muy motivados, y vamos viendo los resultados de una forma palpable, pero no está comprometido al 100 % con su pérdida de peso o su deseo de estar en forma y en salud, tiene todas las papeletas en contra: un compromiso de un 99%  supone una derrota tarde o temprano.

Como vemos, realmente todo depende de nosotros, y de las auténticas o ficticias ganas que tengamos de conseguir el objetivo de perder peso. 

Pero indudablemente, si queremos, lo podemos lograr.