Una de las preguntas
que más rondan la cabeza de todos aquéllos que alguna vez se han
tenido que someter a una dieta es: ¿porqué algunos han de
esforzarse en mantener la línea y buscar todos los medios como adelgazar, y otros nunca han tenido tal
necesidad?
Es una inquietud cargada de cierta envidia que ronda
persistente los pensamientos de la mayoría de los que alguna vez han
tenido que someterse a una dieta. Entonces, ¿es cierto que existe
algo así como un peso natural?
Lo cierto es que,
como comenta el Dr. Rudy Leibel, de la Universidad Columbia de Nueva
York, todos tenemos un peso biológicamente determinado, y nuestros
cuerpos tratan de mantenerlo en todo momento, aunque hayamos
realizado una dieta de adelgazamiento. La biología particular de
cada persona determina cuán delgada o “gorda” será, por lo que
a lo que parece, no se puede cambiar mucho o durante un tiempo más o
menos definitivo.
Inclusive se ha
planteado la posibilidad de la existencia de un “gen de la grasa”.
En EE.UU se ha realizado recientemente un estudio que sugiere la
posible existencia de dicho gen para la enzima MGAT2, cuya presencia
determina que aquéllos que la poseen conserven hasta un 50% más de
grasa que lo que no lo tienen. En dicho estudio se plantea la
posibilidad de que hasta el 10 % de la población tenga dicho gen.
De cualquier forma,
la opinión unánime de los expertos pasa por reconocer que nos
haríamos un gran favor a nosotros mismos si reconocemos que todos
tenemos un peso más o menos natural, que dependiendo de la
constitución puede llegar a variar hasta en cuatro tallas de ropa.
El problema es que cuando vemos a tantas y tantas celebridades en la
categoría de bajo índice de masa corporal, pensamos que ese es el
ideal. Sin embargo, el lugar más seguro en el que nos debemos
encontrar es en el medio de la tabla, como casi siempre pasa con
todas las cosas.
Pero desgraciadamente muchos estamos obsesionados
con estar más delgados/as. Como comenta Ian Marber, autor del libro
“Cómo no engordar” ,aclara que en su día a día se encuentra a
menudo con clientes que le dicen que
tienen que adelgazar, cuando él
puede constatar que ello no es necesario. Piensa que esas personas
estarían mucho mejor si aceptasen cómo son y no tratasen de obviar
sus carencias a base de dietas. Cuando uno se obstina en estar más
delgado de lo que está destinado a ser, a largo plazo termina
engordando más de lo normal de lo que su biología conllevaría.
Un claro ejemplo de
los beneficios que la aceptación de nuestra biología producen, lo
tenemos en la modelo americana de pasarela, Crystal Renn, quien
comentaba su lucha por encontrar su peso natural. Aprisionada en una
dieta obsesiva desde los 14 años, a los 17 había adelgazado 45
kilos, pero más tarde comenzó a recuperar peso y en 2004 fue
fotografiada por Vogue ciertamente más rellenita.
Seis años después
alcanzó el peso de 76 kilos y se ha convertido en una de las modelos
voluptuosas con más éxito del mundo. Ella dice que en su naturaleza
está ser simplemente más grande, y narraba cómo cada gramo de peso
que ganaba constituía un verdadero descubrimiento. “Me gustó,
sentí como si yo fuera una mujer, finalmente”.
Se plantea entonces
si las persona más grandes (es decir, con algo de más peso del
ideal para su altura, sexo y edad, según las tablas) pueden estar
sanas, a lo que la nutricionista Zoe Bingley responde
afirmativamente. “El hecho de estar considerados como con sobrepeso
no significa que se sea poco saludable”. Miremos a las brasileñas,
comenta....
El IMC es un argumento que
se esgrime frecuentemente como indicador de peso saludable y estado
óptimo de salud, pero ello no es necesariamente siempre así, como
dice Bingley: hay personas cuyo rango natural de IMC está en la
parte superior de su tabla correspondiente, pero no están
precisamente poco saludables o enfermos. Es decir, el IMC no es el
único enfoque que permite predecir la salud, hay muchos otros
factores.
Y hay que tener en
cuenta además, que las dietas de choque pueden ocasionar estragos a
nuestro metabolismo. Una forma de trastornar nuestro cuerpo pasa por
los períodos duros de abstinencia alimentaria, con los cuales
sometemos a nuestro cuerpo a un estrés físico y emocional que no
necesariamente tiene correspondencia con resultados en nuestro
adelgazamiento.
Tenemos una equivocada noción acerca de cómo
adelgazar: pensamos que ha de suponer un sacrificio doloroso y
costoso, pero ello, como hemos visto, no va a suponer un
adelgazamiento persistente fuera de nuestra constitución natural,
así que, si padecemos un marcado sobrepeso, podemos someternos a
alguna dieta, teniendo en cuenta que una adecuado como máximo
promoverá una pérdida de peso de un kilo por semana.
Y cuando
hayamos logrado cierto equilibrio, escuchemos a nuestro cuerpo, sus
señales naturales de hambre real, y comamos cuando ésta sea real,
no cuando estemos aburridos, y aceptemos nuestro cuerpo siempre que
hayamos logrado un estado armónico con nuestra naturaleza, que no
necesariamente pasa por la extrema delgadez, o el sobrepeso más
exuberante.