Los azúcares añadidos son perjudiciales: la sacarosa y el jarabe de maíz de alta fructosa son azúcares que se agregan a los alimentos procesados y que son sumamente dañinos para el organismo. Gran parte de los consumidores no lo tienen en cuenta y consumen hasta 32 kilos de azúcar al año incorporada en las comidas elaboradas, en lugar de elegir alimentos más saludables.

Estos ingredientes son responsables de muchas enfermedades crónicas en Occidente. Para evitar la excesiva incorporación de azúcares, es recomendable leer las etiquetas de los productos y descartar aquellos que contengan grandes proporciones de jarabe de maíz de alta fructosa o sacarosa.

Las grasas trans son extremadamente dañinas: todas las personas están de acuerdo en que las grasas trans no son saludables. Se trata de lípidos que han sido químicamente manipulados para parecerse a las grasas saturadas en consistencia y durabilidad; en este proceso, los aceites son inyectados con hidrógeno, lo que provoca problemas de salud. Entre ellos, aumento del colesterol malo, descenso del colesterol bueno, acumulación de grasa abdominal y resistencia a la insulina.

Diversas investigaciones médicas asocian el alto consumo de grasas trans con el desarrollo de deficiencias cardíacas y diabetes tipo II. Se encuentran sobre todo en comidas altamente procesadas y en aceites refinados, incluso en los de origen vegetal, como el aceite de canola o soja. Para cuidarte de consumir muchas grasas trans, lee las etiquetas de los envases y evita los productos con la palabra “hidrogenado”.

Los alimentos integrales son mejores que los procesados: debes tratar de incorporar comida “real” (que incluya todos los nutrientes y fibras originales de su estado natural) en lugar de productos altamente procesados repletos de ingredientes refinados y químicos artificiales. Estos suelen incluir elementos pocos saludables como azúcar, aceite hidrogenado y carbohidratos refinados. Al mismo tiempo son pobres en nutrientes.

La mayor parte de los consumidores no reflexiona sobre que la industria intenta hacernos adictos a cierta clase de alimentos. Los productos son manipulados para intervenir determinados mecanismos cerebrales encargados de darnos sensación de saciedad. Por eso, las personas que basan su dieta en comidas procesadas tienden a comer mucho más de lo que su organismo necesita.

Por otra parte, algunos estudios demuestran que el metabolismo quema un 50% menos de las calorías provenientes de los alimentos procesados, en comparación con las que vienen de comidas integrales. Así, quienes ingieren más comida elaborada queman menos calorías a lo largo del día.

Es fundamental incluir ácidos grasos esenciales Omega 3: el cuerpo humano no puede producir naturalmente ácidos Omega 3 y 6. Son nutrientes que juegan un rol muy importante en las funciones del organismo. Por su parte, el Omega 3 constituye moléculas estructurales de las membranas celulares, especialmente del cerebro. Así, es un nutriente fundamental para la salud neurológica: mejora la inteligencia, baja el riesgo de sufrir demencia y reduce la depresión.

También resultan indispensables para la desinflamación, la coagulación de la sangre y el sistema inmunológico. Actualmente, la dieta de la mayor parte de las personas es pobre en Omega 3 y rica en Omega 6. Para incorporar el nutriente, recomendamos consumir semillas de lino y chía, pescados grasos, aceite de pescado y carnes de animales alimentados con pasturas.

Los suplementos dietarios no compensan las ingestas pobres: los alimentos integrales aportan una gran cantidad de nutrientes beneficiosos para el organismo, muchos de los cuales no se encuentran en pastillas ni suplementos. Para asegurarte una buena nutrición debes llevar una dieta sana, integral y equilibrada: esto es lo más importante.

El té verde es una excelente bebida: rico en antioxidantes, incluye componentes que activan el metabolismo para quemar más grasa corporal, disminuye el riesgo de cáncer y diabetes, contiene antioxidantes que mejoran la concentración y la función cerebral. Este ingrediente natural ha sido muy estudiado en diversas investigaciones, y cada una de ellas demuestra nuevos beneficios para la salud.

El aceite de oliva es súper saludable: es una grasa buena por excelencia. Para las poblaciones más saludables del mundo es un ingrediente prioritario en sus dietas. Debes elegir aceite de oliva extra virgen de una marca confiable, que no esté mezclado con aceites más baratos ni sea refinado. Así obtendrás los ácidos grasos esenciales y antioxidantes fundamentales para tu organismo. Mantiene sano el metabolismo y previene enfermedades del corazón.

Es preciso reducir la ingesta de carbohidratos refinados: más allá de las dietas extremas que prohíben los hidratos de carbono, lo cierto es que existen fuentes de hidratos saludables mucho mejores que los que incluyen los alimentos altamente procesados. Los granos refinados pasan por un proceso durante el cual se les quita el afrecho y los bacilos, que son los que contienen la mayor parte de nutrientes y la fibra.

La fibra es fundamental para mantener bajos los niveles de azúcar en sangre, cuyos picos son provocados por los hidratos de carbono. Cuando aumenta la proporción de glucosa, el cuerpo genera insulina, lo que provoca que sintamos deseos de seguir comiendo. Por esta razón los carbohidratos refinados conducen a los atracones, llevando a la obesidad.

Las verduras son saludables: son ricas en fibras, vitaminas, minerales, antioxidantes y otros nutrientes. Comer abundantes vegetales reduce el riesgo de varias enfermedades crónicas y ayuda a perder peso, porque las verduras brindan sensación de saciedad sumando pocas calorías. Son un aliado para mantener altos los niveles de energía y la salud en general.

Para estar sano no alcanza con comer bien: la nutrición no es el único aspecto a tener en cuenta en un estilo de vida saludable. Para evitar enfermedades y tener una vida larga y plena, es importante hacer actividad física, dormir lo suficiente y evitar el estrés.

La mejor dieta es aquella que puedas mantener a largo plazo: existe una gran cantidad de regímenes nutricionales; debes encontrar el plan alimentario adecuado para ti. El más indicado es aquel con el que te sientas cómodo y que puedas mantener durante toda tu vida.