El sodio es uno de los elementos fundamentales en el organismo humano, pero su concentración ha de mantenerse en unos niveles muy precisos y concretos, ya que una alteración en los mismos produce serias alteraciones.
De mantener unos niveles correctos se encargan nuestros riñones, y ellos a su vez pueden verse afectados por los niveles de sodio en la sangre.
Para determinar los niveles de sodio en la sangre es suficiente con un simple análisis de sangre.
En cuanto a los acciones fundamentales del sodio en nuestro cuerpo, éste se ocupa entre otras del mantenimiento del equilibrio ácido-básico en nuestro organismo, así como del equilibrio de los líquidos en el cuerpo; interviene de una forma decisiva en el control de la presión arterial y es un elemento imprescindible para que la conducción nerviosa pueda llevarse a cabo.
Pero, ¿cuáles son los niveles normales de sodio?
Los niveles de sodio (y de los demás iones en la sangre), se miden en miliequivalentes por litro, y según los datos universalmente aceptados por la medicina, oscilan entre los 135 y los 145 mEq/L.
Hay varias enfermedades que entre sus manifestaciones presentan niveles elevados de sodio en sangre: por ejemplo, la diabetes, u otros trastornos hormonales como la ausencia de vasopresina.
Pero no sólo enfermedades concretas ocasionan esta deficiencia: la simple ingesta elevada de sal sin el correspondiente acompañamiento de agua para equilibrarlo, puede ocasionar un serio desequilibrio hidroelectrolítico, llegando inclusive a ocasionar un Síndrome de Cushing o una diabetes insípida, que entre otras cosas, viene ocasionada por una cantidad insuficiente de hormona antidiurética.
Hablamos de niveles elevados de sodio cuando éstos superan los 150 mEq/L, y se la conoce habitualmente como hipernatremia, es decir, niveles superiores a los normales de sodio en sangre.
Ocasionan inmediatamente aumento de la sed, con hinchazón, agitación, inquietud y puede llegar al comportamiento irracional. Si los niveles llegan a una cotas extremadamente altas, la persona muere tras experimentar una serie de violentas convulsiones y coma.
Hablamos de niveles bajos de sodio cuando éstos están por debajo de 120 mEq/L en la sangre.
Hay que tener en cuanta que estos niveles pueden ser perfectamente tolerados por adultos que han ido padeciendo una bajada paulatina de los mismos, pero cuando este descenso es brusco se presentan síntomas como fatiga, letargo, confusión, calambres musculares y náuseas.
Si llegasen a descender por debajo de 110 mEq/L puede ocasionar un ataque.
Entre las posibles causas de este descenso en el sodio en sangre (hiponatremia) se encuentran la sudoración excesiva, el uso incontrolado de diuréticos o quemaduras extensas.
Si bebemos grandes cantidades de agua también podemos padecer hiponatremia, pero cuando los niveles son extremadamente bajos se deben a patología serias subyacentes: insuficiencia cardiaca, enfermedad renal o cirrosis.
También existen algunos tipos de cáncer en los que está presente una severa hiponatremia, como los de pulmón y cerebro.
Por todo ello, es siempre bueno tener controlados sus niveles en las analíticas que periódicamente habríamos de realizarnos por motivos rutinarios, e investigar más a fondo si existe alguna alteración en los niveles que hemos mencionado.