Cada vez hay mayores evidencias científicas de que la presencia de ciertos productos químicos en la generalidad de los artículos que cotidianamente usamos, es la responsable de un elevado número de enfermedades del tipo de alergias, cáncer y anomalías genéticas. 

Suponen un serio problema de salud global, ya que usamos dichos productos en prácticamente la gran mayoría de los artículos de nuestro hogar, de nuestro trabajo y de nuestro ocio: desde juguetes a material electrónico e informático, hasta productos de limpieza, maquillaje, etc.

Hay algunos que están directamente relacionados con el cáncer de mama (aunque no sólo con esta enfermedad).

Una de cada ocho mujeres desarrolla esta enfermedad y anualmente mueren casi 40,000 mujeres por este cáncer.

Centrándonos en el cáncer de seno, está comprobado que algunos químicos ejercen acciones bloqueadoras de las hormonas, y ello es muy peligroso para esta patología, ya que el cáncer de mama es muy sensible a los cambios hormonales.

Por ejemplo, se ha descubierto que las mujeres que trabajaban en industrias de plásticos y envasados de alimentos, tenían una incidencia cinco veces superior de cáncer de mama antes de la menopausia.

Entre estos químicos bloqueadores de hormonas encontramos algunos tan peligrosos y universalmente extendidos como los parabenos, el bisfenol-A, los ftalatos y los organobromados (altamente neurotóxicos).

Si investigamos la enorme y extensa lista de los productos fabricados por el ser humano que contienen estos químicos tóxicos, nos daremos cuenta de que las medidas que habrían de tomar los gobiernos nunca serán radicales, todo lo más informativas, y será a nosotros a quienes competerá buscar alternativas más saludables.

Por eso es básico aprender todo lo posible de estas sustancias para poder llevar a cabo estrategias personales necesarias para evitar la exposición a tales compuestos mortales.

Una de las primeras medidas que podemos llevar a cabo es la de buscarlos en las etiquetas de todos los productos (sean cuales sean) que compremos, especialmente los alimentos, los productos de higiene y aseo personal y los productos de limpieza.

Los ftalatos o ésteres de ácido ftálico son un grupo de compuestos químicos principalmente empleados como plastificadores, es decir, sustancias añadidas a los plásticos para incrementar su flexibilidad. 

Uno de sus usos más comunes es la conversión del policloruro de vinilo o  PVC, que es un plástico duro, a otro flexible, es decir, que en general se usan para que los plásticos más comunes sean más suaves y moldeables. 

Asimismo, aparecen en los perfumes sintéticos que están presentes en los ambientadores artificiales, en muchos cosméticos, gran variedad de detergentes y productos de limpieza y muchísimos más.

Como vemos, evitarlos será un tanto tedioso; busquemos en la etiqueta que no contiene Ftalatos. Aunque no es una garantía absoluta. 

No compremos productos de plástico o vinilo suavizados, como las cortinas de ducha de PVC o plástico, compremos mejor cortinas de nylon o de tela. 

Los juguetes de los niños han de estar libres de estos productos, lo que es más probable si no son de plástico.

No use productos sintéticos de limpieza, perfumería o ambientadores, busque los de origen natural, como los aceites esenciales, las velas naturales, etc.

Este veneno químico, ampliamente usado, produce alteraciones en prácticamente todos los sistemas hormonales. 

Los estudios en laboratorio han llegado a la conclusión de que producen pubertad precoz, uno de los factores implicados en el riesgo de cáncer de mama aumentado. 

Consigue que las células sanas crezcan y pervivan más allá de su tiempo de vida normal, como las células cancerígenas. Pero además, está involucrado en una reducción del efecto curativo de los medicamentos anticancerígenos.

Para evitarlos en la medida de lo posible, habremos de prescindir de los alimentos enlatados o en todo caso comprar aquéllos que muestren en la etiqueta, claramente, que están exentos de BPA. 

A la hora de comprar, no pidamos que nos den el ticket de compra, la mayoría de ellos usan BPA en los procesos de impresión. 

En lugar de plásticos para el almacenamiento de nuestros alimentos,  usemos acero o vidrio y beba el agua embotellada en botellas de vidrio. 

Asegúrese de que los artículos que usa su bebe son seguros, y que sus juguetes están libres de BPA.

La gran peligrosidad de estos productos se debe en gran parte a su amplia difusión de uso en productos de elevado consumo como los cosméticos y las lociones, cremas y desodorantes. 

Como son fácilmente absorbidos por la piel y están demostradamente implicados en el cáncer de mama (se han encontrado en el 99% de las muestras de tejido cancerígeno mamario), es de vital importancia que los evitemos.

Para ello, pongamos especial cuidado en usar productos de higiene personal que especifique claramente que están libres de parabenos (hay una completa base de datos en la Skin Deep Database, donde podemos encontrar información detallada acerca de los productos de cuidado personal que los contienen). 

Además, los productos en cuyas etiquetas aparezcan terminaciones como “paraben” (como el multiparabeno) debe rechazarlos a toda costa.

Pero no sólo estos productos que hemos mencionado están relacionados con la aparición de cáncer de mama. 

Hay otros muchos, algunos de los cuales, son casi imposible evitarlos, como el 1,4 dioxano, un subproducto que surge en los procesos de generación de espuma.

Así pues, aunque podemos tomar más medidas para minimizar los riesgos de cáncer de mama, si logramos evitar lo máximo posible el contacto con los productos que hemos ido relacionando, conseguiremos reducir enormemente la influencia exógena en el desarrollo de enfermedades.