Las proteínas han de constituir en nuestra dieta entre un 10
y un 35 % de nuestra ingesta diaria de calorías, según un estudio realizado por
la Universidad
de Illinois.
Nosotros no podemos sobrevivir sin proteínas, como veremos
más adelante, y las encontramos en gran cantidad en alimentos como las carnes,
las nueces y muchos vegetales.
Las proteínas son fundamentales en muchos sistemas y funciones corporales, incluyendo la función inmunitaria, el metabolismo, el crecimiento celular y la producción de muchas de nuestras hormonas.
Para poder cubrir las necesidades normales de proteínas diarias, y teniendo en cuenta que cada gramo de proteína contiene 4 calorías, en una dieta de 2000 calorías/día tendríamos que consumir entre 200 y 700 calorías diarias de proteínas.
Según la Universidad de California, la UCLA. Las personas cuyo consumo proteico es reducido tienen una inmunidad inferior a las normales y tienen un riesgo superior a la media de caer enfermos. Y es que las proteínas desempeñan un papel fundamental en prácticamente todos los aspectos del sistema inmunológico. Por ejemplo, los glóbulos blancos o leucocitos contienen gran cantidad de proteínas y ellos son los responsables de la defensa frente a virus y bacterias invasores.
Hay fuentes proteicas provenientes por ejemplo, de lácteos o
el suero de la leche cuyas proteínas ayudan al glutatión de nuestro cuerpo,
cuya función antioxidante ayuda enormemente a combatir las bacterias y los
virus.
La constitución fundamental de muchas hormonas radica en las proteínas. Éstas, junto a los aminoácidos (constituyentes de las proteínas) promueven y favorecen la secreción hormonal, desempeñando así un importantísimo papel en la liberación de dos de las hormonas más importantes para el desarrollo muscular, como son la Hormona de Crecimiento y la Testosterona.
Si bien, según el doctor Richard B. Kreider, del Laboratorio de Nutrición Deportiva de la Universidad de Memphis, no existe evidencia de que ciertos aminoácidos promuevan la liberación de Hormona de Crecimiento, potenciando el desarrollo muscular, sí existe evidencia suficiente que demuestra que la arginina (un aminoácido) promueve dicha liberación de hormona del crecimiento o HGH. Por eso es básico que ingiramos alimentos ricos en arginina como las espinacas, las semillas o granos enteros y el pavo, por ejemplo.
Esta es considerada tal vez la función más específica de las proteínas, y es que ellas son la base estructural del armazón muscular que permite que nuestro cuerpo se mueva. Además se encargan de reparar también los daños producidos en la estructura muscular, así como del resto de las células y tejidos de prácticamente todo el organismo.
También es cierto que existen, dentro de los aminoácidos (o constituyentes básicos de las proteínas) algunos especialmente indicados para la reparación de los músculos, así como para su crecimiento. Son los aminoácidos de cadena ramificada (una estructura bioquímica) o BCAA. Estos son la leucina, la valina y la isoleucina, y según un informe elaborado por el departamento de salud y ciencias de la Universidad de Nueva Jersey, los BCAA previenen la degradación muscular durante el ejercicio.
Uno de los beneficios principales de las proteínas es la salud hepática.
Según el estudio del Journal Of Sports Science and Medicine, las proteínas ayudan a reparar las células hepáticas que estén dañadas en aquéllos pacientes con enfermedad hepática y los pacientes que padecen alcoholismo crónico.
Asimismo, aunque las proteínas no son la fuente principal de energía del cuerpo (normalmente se usa preferentemente el glucógeno resultado del almacenamiento de los carbohidratos), los niveles elevados de aminoácidos/proteínas se suelen metabolizar hacia glucógeno si es que las reservas del cuerpo están bajas.
Así pues, hemos visto que las proteínas son absolutamente vitales para la salud e integridad de nuestro cuerpo, por ello nuestra dieta no debe dejarlas de lado en ningún momento.