Queremos conseguir una alimentación lo más equilibrada posible, y recibir los nutrientes necesarios para estar sanos y lo más alejados posible de enfermedades asociadas a mala alimentación (diabetes y enfermedades cardiovasculares, por ejemplo).

Por ello, es fundamental que sepamos qué platos podemos cocinar para que no sólo sean sanos, sino que además, tengan un sabor inolvidable. Pero para ello, tenemos que elegir con inteligencia.

Hemos de conocer los distintos tipos de alimentos que debemos adquirir, y de cuáles nos debemos alejar a la hora de realizar nuestras compras en el mercado, para evitar los riesgos de salud y de sobrepeso asociados a ellos. 

Vamos a comentar brevemente algunas pautas que hemos de tener en cuenta a la hora de ir a comprar nuestros alimentos.

Pero lo primero que debemos tener presente a la hora de comprar para que nuestra salud no se vea perjudicada, es:

• No comprar productos ricos en azúcar, como jugos, o refrescos y sobre todo golosinas o helados, ya que harán que aumentemos de peso sobremanera, además de aumentar el riesgo de que contraigamos una diabetes. 
• Algo parecido podemos decir acerca de los habituales postres dulces que se pueden ver en las zonas de bollería, panadería y pastelería de los súper: 
• Están fabricados con azúcares refinados, harinas procesadas y grasas trans que nos pueden dejar nuestro cuerpo bastante perjudicado. 
• Evidentemente las bebidas de alta graduación alcohólica tampoco son aconsejables para una cuerpo saludable.
• Y finalmente, aunque parezca una exageración, los productos enlatados, los ahumados y los embutidos, también son peligrosos, por su alto contenido en sodio y porque su proporción de vitaminas y minerales no es correcta.

Una vez claros estos conceptos, hemos de tener ahora precaución a la hora de ir de compras al supermercado

Hay toda una serie de argucias de marketing que nos abocan de una manera casi hipnótica, a consumir determinados productos cuyo valor nutricional es escaso y, además, pueden ser bastante dañinos para nuestra salud.

Por eso, hemos de seguir una cierta estrategia para superar estas tentaciones: 

1. Leamos bien las etiquetas de los productos: la publicidad no siempre nos dice todo lo que contienen, y mucho de eso no es bueno.

4. Si no podemos evitar hacer pequeños refrigerios y para ello usamos las típicas barritas, que sean ricas en fibra. Pero mejor que esas barritas “energéticas”, que suelen contener muchos otros aditivos nada recomendables, sería una pieza de fruta o algo de verdura.

5. Debido a toda esa gama de aditivos y saborizantes artificiales que nada aportan a nuestra dieta, y más bien pueden dañarnos, olvidémonos de las sopas enlatadas: no hay mejor sopa que la casera.

Y en todo caso, siempre es mejor hacer una buena olla y congelar para ir tomando entre semana, si es que no tenemos tiempo.

6. Nunca olvidemos leer bien las etiquetas de los alimentos, comprobando su contenido en grasas, así como su valor calórico. 

7. Y sobre todo, procuremos que el contenido en sodio nunca supere el cinco por ciento del valor diario recomendado.

8. Es básico que las carnes que consumamos tengan poca grasa. Siempre hay partes de la carne que contienen más grasas que otras, así que optemos siempre por las más magras.

9.Es básico que planifiquemos nuestros menús, la improvisación en el supermercado conlleva a la compra de alimentos de fácil preparación que en su mayoría son altamente perjudiciales. 

10. Asimismo, es lógico pensar que si tenemos hambre y nos vamos a comprar comida, nuestros criterios nutricionales se irán al traste y compraremos más de lo que necesitamos y debemos.

Así que si tenemos que ir a comprar porque toca la compra semanal o mensual, primero sentémonos un ratito en casa a comer tranquilamente algún aperitivo, o mejor vayamos después de haber hecho alguna comida de las principales del día. 

11. Y sobre todo, a la hora de comenzar el recorrido de la compra por el supermercado, nunca nos dirijamos primero a las zonas donde se encuentran los postres y los dulces.

12. Compremos primero lo que necesitemos de frutas y verduras, continuemos por las carnes y pescados y sólo si nos es imprescindible, recorramos para finalizar los pasillos donde se encuentran los “alimentos peligrosos” (dulces, bollería, productos enlatados, etc.).

Con estas sencillas disciplinas realizaremos una compra inteligente, útil y sobre todo saludable, y además, no derrocharemos en chuchearías que siempre nos harán más daño que bien.