Hoy en día consumimos una gran cantidad de alimentos industrializados que se fabrican con añadidos químicos, los cuales pueden resultar muy dañinos para nuestra salud. 

Si quieres evitar las toxinas en tus platos de todos los días, acostúmbrate a leer las etiquetas de los productos, conocer sobre el origen de los mismos y mantener la alacena libre de los ingredientes que veremos a continuación.

• Pesticidas: son utilizados para hacer crecer o curar cultivos de frutas y verduras; el problema es que suelen dejar residuos que luego ingieren los consumidores. Los pesticidas han sido asociados a muchos problemas de salud, por ejemplo cáncer y defectos congénitos en los niños. Una medida útil para evitarlos es comprar alimentos orgánicos libres de pesticidas.
  
  
• Conservadores: conocidos por sus siglas en ingés, BHA y BHT, se trata de preservativos químicos ya declarados como cancerígenos por la Oficina Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer. Además, reducen la fertilidad en las mujeres y en general interfieren con los procesos hormonales del organismo. Debes leer las etiquetas de los envases para no comprar productos con conservadores de este tipo.
  
  
• Hormonas de crecimiento: suelen administrarse a las vacas para estimular la producción de leche; el problema es que estas hormonas permanecen en los productos lácteos y pueden causar cáncer de mamas, próstata y colon en los seres humanos. La solución es elegir lácteos orgánicos o específicamente libres de hormonas de crecimiento.
  
  
• Sulfato de aluminio de sodio o potasio: son químicos habitualmente empleados en los alimentos elaborados con queso, panificados, palomitas de maíz de microondas, entre otros. Han sido asociados a dificultades para concebir e incluso a anomalías neurológicas, del desarrollo y el comportamiento. Es importante que observes la información nutricional de los envases para evitar estos tóxicos.
  
  
• Acrilamida: es un carcinógeno formado al cocinar o freír alimentos ricos en almidón a altas temperaturas, como patatas o legumbres. Para no incorporar este elemento dañino, debes mantenerte alejado de los fritos, las galletitas, los cereales tostados y las cortezas de pan.
  
  
• Bisfenol A: es una hormona sintética presente en las bebidas y comidas enlatadas. Los científicos sospechan que estimula el cáncer de mamas y próstata, además de que provoca obesidad, diabetes, infertilidad y traumas de conducta. Procura elegir alimentos frescos, secos e incluso congelados, pero no enlatados.
  
  
• Nitrato de sodio: es un conservante habitualmente utilizado en carnes procesadas. Su consumo está ligado al desarrollo de varios tipos de cáncer. Debes buscar productos sin nitratos agregados en el supermercado, leyendo las etiquetas de los envases.
  
  
• Hidrocarburos poli-cíclicos: se trata de carcinógenos que se forman al quemarse la grasa de los alimentos, expuestos a altas temperaturas o directamente a las llamas. Intenta buscar productos precocidos que puedas terminar de asar a fuego bajo.
  
  
• Aceite vegetal bromado: una toxina empleada para dar sabor frutal a diversas bebidas gaseosas y cócteles. Estudios hechos en animales demostraron que altas dosis de este elemento provoca problemas reproductivos y alteraciones en la conducta. Mira bien la lista de ingredientes de los alimentos para evitar consumir aceite vegetal bromado.
  
  
• Aminas heterocíclicas: son carcinógenos creados cuando las sustancias naturales de la carne y el pescado reaccionan a la vez bajo fuertes temperaturas, por ejemplo, cuando estas carnes son grilladas juntas. En este caso la solución también es terminar de cocer los alimentos en horno moderado.
  
  
• Colorantes artificiales: son químicos que llevan a diversos trastornos neurológicos. Lee la información nutricional de los envases para no comprar alimentos con dichos colorantes.
  
  
• Dioxinas: son residuos tóxicos que se acumulan en las comidas con grasa y que pueden acarrear daños en el hígado, cáncer, defectos congénitos y problemas endócrinos e inmunológicos. Tienes que elegir productos bajos en grasa o sin ella para no incorporar dioxina en tu dieta.
  
  
• Organismos genéticamente modificados o trangénicos: lamentablemente, el 70% de los productos procesados que consumimos son transgénicos. Las comidas basadas en maíz, soya, semillas de algodón, canola y remolacha azucarera suelen estar genéticamente intervenidas. Esto provoca daños en los órganos, desórdenes gastrointestinales, alteraciones en el sistema inmune, envejecimiento prematuro e infertilidad. Lo mejor es comprar alimentos orgánicos y que estén certificados.