¿Qué es la vigorexia?

La vigorexia es la obsesión por realizar demasiado ejercicio y parecer musculoso. En los círculos psiquiátricos ya es considerado un desorden mental, en el cual los pacientes (generalmente varones fisicoculturistas) ven su propia imagen distorsionada y se obsesionan con lo que perciben como sus defectos físicos. Al día de hoy todavía es una condición que no es tratada, porque en un hombre se considera aceptable ser musculoso.

De hecho, la insatisfacción por el cuerpo ha dejado de ser exclusiva de las mujeres. En un estudio hecho con más de mil hombres, por lo menos la mitad estaba inconforme con su apariencia y el 40% aseguró que consideraría un implante para aparentar pectorales más grandes. Por otra parte, muchos varones mantienen el consumo de esteroides por hasta una década seguida, negándose a tomar un descanso.

Un estudio hecho en 1993 en el Reino Unido observó a 1300 hombres en distintos gimnasios; encontró que casi el 10% consumía esteroides, y 1 de cada 3 médicos había sido consultado por estas personas. Los esteroides provocan daños en el hígado, el corazón y los músculos; elevan el colesterol, desarrollan acné y afectan el humor. La vigorexia llevada al extremo puede traer consecuencias nefastas en la vida personal y social de las personas que la padecen.

A continuación veremos un breve test para evaluar tu condición. Si respondes con un “sí” a 3 o más de estas afirmaciones, quizás deberías buscar la ayuda de un profesional.

• Te miras mucho en el espejo al menos 10 veces al día (un estudio encontró que los varones con comportamiento normal se miran en el espejo unas 9,2 veces en promedio por día, pero los vigoréxicos lo hacen más de 50 veces)
• Piensas que tu cuerpo necesita ser más muscular y tener menos grasa, y sentir que tienes contextura pequeña te disgusta muchísimo.
• A menudo lees sobre nuevos métodos de entrenamiento, dietas y suplementos.
• Te concentras en una dieta alta en proteínas o baja en grasa, o tomas suplementos dietarios para mejorar tu musculatura.
• No crees a las personas cuando te dicen que estás muy musculoso.
• Siempre usas ropa holgada para disimular tu cuerpo, al que sientes demasiado pequeño; evitas ir a la playa o a la piscina para no exponerte, porque piensas que no eres lo suficientemente musculoso.
• Entrenas aún cuando estás lesionado porque tienes miedo de perder masa muscular si no lo haces.
• Encuentras difícil reducir la cantidad de horas que pasas entrenando.
• Te comparas con otros hombres y sientes envidia cuando ves a alguien más musculoso que tú; de hecho, te sientes mal por un tiempo después de ver a esa persona.
• Sientes que otros se ríen de tu contextura pequeña.
• Como gastas mucho tiempo y energía en ir al gimnasio no sientes deseos de tener sexo.
• Has rechazado eventos sociales, dejado de lado parte de tu trabajo, tenido problemas de pareja o te has saltado responsabilidades familiares porque necesitas ir a entrenar. 

No hay nada de malo en entrenar regularmente, ser un entusiasta del ejercicio o hasta fisicoculturista. Pero mirarse al espejo, ver un cuerpo de 110 kilos y continuar pensando que eres débil o flaco, o estar tan concentrado en tu trabajo muscular que deja de importarte tu vida cotidiana, es algo totalmente distinto.

Lamentablemente, las tendencias vigoréxicas son exacerbadas y no aliviadas con más sesiones en el gimnasio. Querer ser cada vez más corpulento es correr en un camino que no lleva a ninguna parte, porque la obsesión nunca deja satisfacciones. Siempre habrá alguien más grande y mejor que tú.

El mensaje que te das es que tu confianza, tu atractivo, tu poder de control y tu vida sexual mejorarán instantáneamente cuando tengas músculos más grandes. Sin embargo, un vigoréxico es una persona que ha perdido el control y paradójicamente, las mujeres prefieren a los hombres torneados pero no ultra musculosos. De hecho, las investigaciones muestran que la percepción masculina del cuerpo ideal es de unos 8 kilos más que para la preferencia femenina.