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ALIMENTACIÓN EQUILIBRADA -
ALIMENTOS ANTI-ENVEJECIMIENTO
No sólo los aspectos genéticos pueden determinar algunas diferencias en cuanto a nuestra longevidad: qué comemos, cómo y cuánto, pueden ser factores determinantes de nuestra lentitud para envejecer o, por el contrario, de nuestro rápido deterioro.
Así que, desde nuestra piel, hasta lo más profundo de nuestro organismo, pueden verse afectados por aquéllos alimentos que de forma habitual ingerimos.
De ahí la importancia fundamental de incorporar en nuestra dieta alimentos con alto contenido en determinados principios.
Estos nos ayudarán a, no solamente reducir la velocidad del envejecimiento, sino a impulsar nuestro metabolismo, para eliminar más eficazmente productos de desecho que nos perjudican gravemente.
Nos referimos en concreto a la avena, la cebada, el arroz, y el trigo, y también la quinua, todos ellos integrales.
Su inclusión en al menos tres porciones diarias contribuirá a que nuestros vasos sanguíneos permanezcan en buenas condiciones o en todo caso evitará un mayor deterioro si es que tenemos algún problema relacionado con ellos.
Además, los granos enteros contienen una dosis de vitaminas y minerales, muchos de estos considerados como antioxidantes, que ayudan a retardar el envejecimiento.
Asimismo, reduce ostensiblemente la posibilidad de que desarrollemos una diabetes insulino-dependiente.
Hay una razón poderosa que nos hace incluir a los productos lácteos y derivados en una dieta anti-envejecimiento: su contenido en vitamina D y en calcio.
Pero sobre todo la vitamina D, que contribuye a que tengamos unos huesos fuertes y evita en mucho el desarrollo de osteoporosis.
Sin embargo, debido a que existen muchas personas con intolerancia a la lactosa, es posible que no podamos consumirlos, por lo que podemos recurrir a alternativas como la leche de almendras, o la leche de avena, siempre fortificados con calcio y vitamina D.
Pero si podemos consumir los lácteos, tengamos siempre presente que es mejor que consumamos los descremados, así evitaremos ingerir cuantiosas cantidades de grasas que pudieran derivar en problemas de colesterol con los consiguientes problemas cardíacos.
Busquemos siempre entre las frutas y los vegetales aquéllos de colores llamativos, rojo, verde, naranja.
Dicho color se debe al contenido elevado en sustancias antioxidantes:
Los arándanos, las espinacas, las lechugas, las zanahorias, los tomates maduros y otros, contienen antioxidantes poderosos que bloquean la acción destructiva de moléculas inestables sobre las células sanas.
Debemos tomar al menos 5 porciones diarias de estos alimentos, lo que conlleva poner al menos la mitad del contenido en nuestro plato, de verduras o frutas.
Resverastrol: es uno de los antioxidantes más potentes, y se encuentra en las uvas, aunque también podemos encontrar suplementos con el extracto purificado. Es eficaz en la lucha contra el cáncer, el envejecimiento y las enfermedades cardíacas.
Vitamina C, Zinc y Beta caroteno: como hemos comentado anteriormente, en las verduras de colores intensos, como el verde oscuro (la col rizada, la mostaza verde y la espinaca) encontramos una buena fuente de estos componentes.
Pero también los podemos encontrar en aquéllos con colores brillantes, como las naranjas, el melón, el maíz o los pimientos.
Su consumo nos ayudará a protegernos del deterioro de nuestra visión (concretamente son eficaces a la hora de contrarrestar la degeneración macular) e incluso evitar su progresión si es que ya hemos desarrollado cierto deterioro.
Además, la vitamina C también nos ayudará a mantener una piel más elástica y más juvenil: se ha demostrado que comer muchas verduras de color amarillo y verde proporciona una piel con menos arrugas.
Uno de los elementos con mayor poder anti-envejecimiento se encuentra precisamente en el pescado. Estamos hablando de los ácidos grasos Omega-3.
Dicho efecto lo llevan a cabo mediante una eficaz protección cardiaca, con la consiguiente reducción de posibles derrames cerebrales.
Además, se ha demostrado que ejercen una lucha eficaz contra la enfermedad de Alzheimer, combatiéndola y ayudando a prevenir su desarrollo.
Existe la posibilidad de tomar este componente esencial en forma de suplemento de aceite de pescado, pero es conveniente consultar previamente a un médico acerca de las indicaciones.
En caso de poder consumir pescado, dos porciones semanales de pescados grasos tipo atún, trucha o salmón llenan los requisitos, y si habitualmente consumimos atún enlatado, es preferible que sea en agua.
Una
rica fuente tanto de proteínas como de fibra, se encuentran en los frijoles y
en las lentejas.
Además, cuentan con la ventaja económica: son más baratos que la carne y a la hora de cocinarlos, presentan más versatilidad: podemos añadirlos a sopas, guisos y formar parte del acompañamiento de multitud de platos.
Para una correcta dieta anti envejecimiento, no solamente debemos evitar incorporar sustancias que luchan contra el deterioro biológico, sino que debemos evitar sustancias que promueven el desgaste, el deterioro de nuestras células, y por tanto, de nuestros órganos y tejidos.
Para ello, con sólo seguir estar tres directrices, estaremos en el buen camino:
Consumo de sal:
Limitemos nuestro consumo de sal a 2400 mg diarios si es que no queremos acarrearnos una hipertensión arterial, que con el tiempo daña la mayor parte de nuestro cuerpo, y especialmente los riñones.
Con lo que nuestro deterioro físico será rápido y severo.
En caso de tener más de 51 años, diabetes o enfermedad renal, reduzca su consumo a 1500 mg diarios como máximo.
Y nunca deje de revisar las etiquetas de los alimentos, pues sin saberlo, puede estar consumiendo mucha más sal (sodio) de lo que cree.
Evitemos las carnes rojas ricas en grasas, así como los lácteos enteros (es decir, no descremados) con gran cantidad de grasas
E igualmente los productos de bollería y panadería procesados, cuyos elevados niveles de grasas saturadas pueden obstruir nuestras arterias y desencadenar problemas cardiacos.
Y sobre todo, limitemos en la medida de lo posible la cantidad de azúcar que consumimos:
Los niveles elevados en las comidas someten a nuestro cuerpo a subidas y bajadas de glucosa sanguínea que puede terminar en una resistencia a la insulina y finalmente, conducirnos a una diabetes tipo 2, con sus consecuencias vasculares, cardíacas, de las extremidades, oculares, cerebrales y renales.
Cuanta menos azúcar, mucho mejor para evitar el envejecimiento.
Siguiendo estas indicaciones a buen seguro que lograremos un efecto rejuvenecedor que será apreciable a simple vista.
Consumo de sal:
Limitemos nuestro consumo de sal a 2400 mg diarios si es que no queremos acarrearnos una hipertensión arterial, que con el tiempo daña la mayor parte de nuestro cuerpo, y especialmente los riñones.
Con lo que nuestro deterioro físico será rápido y severo.
En caso de tener más de 51 años, diabetes o enfermedad renal, reduzca su consumo a 1500 mg diarios como máximo.
Y nunca deje de revisar las etiquetas de los alimentos, pues sin saberlo, puede estar consumiendo mucha más sal de lo que cree.
Evitemos las carnes rojas ricas en grasas, así como los lácteos enteros (es decir, no desnatados) con gran cantidad de grasas
E igualmente los productos de bollería y panadería procesados, cuyos elevados niveles de grasas saturadas pueden obstruir nuestras arterias y desencadenar mortales problemas cardiacos.
Y sobre todo, limitemos en la medida de lo posible la cantidad de azúcar que consumimos:
Los niveles elevados en las comidas someten a nuestro cuerpo a un terraplén de subidas y bajadas de glucosa sanguínea que puede terminar en una resistencia a la insulina y finalmente, conducirnos a una diabetes tipo 2, con sus consecuencias vasculares, cardíacas, de las extremidades, oculares, cerebrales y renales.
Cuanta menos azúcar, mucho mejor para evitar el envejecimiento.
Siguiendo estas indicaciones a buen seguro que lograremos un efecto rejuvenecedor que será apreciable a simple vista.
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