Cuando tienes un día largo y estresante, tu cuerpo comienza a reclamar un bocado dulce. Entonces sacas de tu bolso una pieza de chocolate y te das el gusto. ¿No lo disfrutaste? 

Pues sucede que muchas veces la culpa nos hace más daño que la propia comida. Habrás notado que una vez que llegaste a casa y conseguiste tener un momento de relax comenzaste a sentirte mucho mejor. Lo que tu organismo te estaba pidiendo no era comida. ¿Qué era entonces? Puede ser un momento de placer, tiempo a solas, un instante para recapitular todo lo vivido durante la jornada. 

Cuando te detienes en medio de la vorágine de la rutina, puedes escuchar a tu cuerpo para saber qué necesita, qué le haría bien para recargar energías y sentirse en equilibrio. Probablemente se trate de cosas simples como una sesión de yoga, jugar con tu mascota, darle un abrazo a la persona que quieres, cocinar algo rico, acostarte temprano, ver una película.

¿Te sientes identificada? Lo que te sucede es muy simple: no guardas tiempo en tu agenda para el placer. Planear un poco de diversión es simple pero la mayor parte de nosotros no recuerda hacerlo. Puedes planear alegría, conexión o amor, sentimientos que aparecen cuando les das espacio para entrar, ya sea en un plan nocturno improvisado o en una aventura espontánea.

Si realmente quieres saber por qué tus intenciones de comer bien y sano fallan nada más al día siguiente de empezar, pregúntate de qué está compuesta tu lista diaria de momentos.

Es una respuesta a algo que falta en nuestras vidas. Te llenas con comida porque estás aburrida, sola, triste, culpable y hasta feliz. Cuando no te permites a ti misma sentir suficiente placer o conexión en tu vida, tu organismo reacciona. Sabe que le está faltando algo, y por eso aparecen los ataques de chocolate, compras o alcohol. No se trata siempre de comida, pues cada uno tiene su manera de lidiar con las cosas.

En vez de juzgarte, sentir pena o ser autoindulgente, explora la situación: comienza a sentir curiosidad sobre qué necesidad o deseo real estás tratando de tapar. Dirígete a él directamente: si deseas conexión, llama a tus amigas para salir. Si tu cuerpo reclama placer, toma un baño relajante, ve a la cama temprano con un libro o siéntate a disfrutar un bowl de tu helado favorito de manera consciente.

Ciertamente esto no es una fórmula rápida y fácil con 5 pasos para controlar tus atracones de azúcar, pero sí es una manera para que te conectes con tu cuerpo y comiences a entender sus deseos y necesidades. Cuando necesites controlarte y restringirte con la comida, concéntrate más bien en conectarte con tus deseos y satisfacer tus necesidades.