Al igual que la mayoría de tratamientos de este tipo para la reducción de la celulitis, la termosudoración es una técnica basada en la reducción de líquidos. Entre sus argumentos de peso se encuentra sin duda el hecho de que no es una terapia muy agresiva y que no supone dolor ni molestia para quien se somete a ella.
El tratamiento se lleva a cabo en 2 o 3 sesiones por semana, y normalmente no suele superar las 15 en total, aunque depende de la decisión del médico y de la paciente. Básicamente, la termosudoración consiste en una serie de masajes corporales que se realizan con unas cremas especiales.
Tras la aplicación de estos productos, se cubre todo el cuerpo con una tela de plástico y se coloca encima una manta térmica, para estimular la sudoración del cuerpo. Tras unos minutos en los que se eliminan toxinas, se procede a secar el sudor del cuerpo con una tolla.
Este tipo de tratamientos no difieren demasiado de los efectos de una sauna, por ejemplo, pero focalizan mucho más el calor sobre algunas zonas de acción en nuestro cuerpo, con lo que la sudoración se produce de forma localizada.
- Tal y como ocurre con todo este tipo de tratamientos, es importante que te informes correctamente antes de someterte a ninguno, que acudas a un centro especializado y te dejes aconsejar por el personal cualificado.
- En este tipo de tratamientos es especialmente necesario que cuides tu hidratación. Perderás mucho líquido durante cada sesión, así que es importante que ingieras una buena cantidad de agua antes de empezar, para contrarrestar una posible deshidratación que, en todo caso, no tendrá lugar si el tratamiento se lleva a cabo bajo supervisión médica.