Si necesitamos encontrar algún argumento más para tratar de
reducir nuestra cantidad de ingesta alimenticia, una de las razones que nos
podemos dar a nosotros mismos es la de ahorrar dinero.
Puede parecer una tanto banal, y tal vez el argumento así
expuesto sea absolutamente insuficiente para movernos a pensar en él como uno
de los móviles para adelgazar. Sin embargo, cuando constatemos de qué forma el
simple acto de reducir el número de cafés que ingerimos fuera de casa al día
afecta a nuestro bolsillo, tal vez reconsideremos el argumento y nos paremos a
pensar más detenidamente en él.

¿Hemos hecho alguna vez el cálculo de lo que nos supone todo
ese alimento que consumimos fuera de casa por necesidades laborales?
¡Claro, pensarán, si estoy todo el día trabajando fuera algo
tendré que comer! Cierto, pero para no dejar de desarrollar tan necesaria
actividad, y que suponga además un beneficio para su bolsillo, hay una serie de
sencillas medidas que podemos llevar a cabo y que cuando nos detengamos a
calcular costos, veremos que nos producen no sólo fantásticos resultados a
nuestra cintura, sino que además, nuestro bolsillo se verá enormemente
gratificado.

Tenemos la tendencia a hacer un uso indiscriminado de las comidas
rápidas, también llamadas “basura”. No es por ninguna razón que las llaman así,
pero las prisas “nos obligan” a consumir muchos de tales alimentos (nos
defendemos). ¡Error!, con un poco de ligera planificación, veremos que no hemos
de recurrir a ellas ni a otras ingestas sumamente perjudiciales por el simple
hecho de que tengamos que estar mucho tiempo fuera de nuestra casa.
Y también, si bien nuestro ritmo de vida nos obliga tal vez,
a pasar muchas horas sentados frente a un monitor o una ventanilla o en tren,
metro o quién sabe dónde, pero de una forma temerariamente sedentaria, y antes
de salir de casa, o al llegar a ella, no tenemos tiempo o ganas de hacer el
ejercicio suficiente para atenuar el efecto perjudicial de lo que hemos comido
fuera, hay unas sencillas actividades que nos ayudarán a rebajar peso y que
además nos saldrán gratis, que es lo que cada vez nos importa más, dados los
tiempos de profunda crisis.

Empecemos por orden:
Un ejemplo de cómo adelgazar ahorrando, un sencillo remedio
para reducir tanto el gasto como el peso, consiste en cocinar el domingo en
nuestra casa una buena olla de sopa. Se le puede añadir frijoles o arroz.
Congela bien y podemos llevarnos a la oficina una pequeña fiambrera para
almorzar. Es una comida rápida perfecta y puede lograr que perdamos hasta 7
kilos al año.
Asimismo, otra de las muchas opciones que vamos a plantear,
pasan por reducir el número de cafés que tomamos. Si al día solemos tomar unos tres
cafés con leche, lo mejor es reducirlos a uno. Si con tres capuchinos diarios
podemos gastar hasta 60 dólares a la semana, hagan las cuentas de lo que nos
ahorraríamos en dinero y peso si lo reducimos a uno: podemos “ganar” hasta 2.000
dólares al año y perder hasta 4 kilos en el mismo
período. Sumado a la anterior medida, ya llevaríamos más de 10 kilos perdidos y
más de 5.000 dólares ganados.

Una de las medidas más impopulares de cómo adelgazar
ahorrando pasa por tomar las riendas
de la limpieza de nuestra casa, pues sería una magnífica manera de hacer
ejercicio y ahorrarnos el gimnasio, al mismo tiempo que ahorramos en
limpiadoras y
perderíamos peso.
Una hora
diaria de limpieza supone un gasto energético de 190 calorías. S a esto le
añadimos llevar la ropa a la lavandería y también la basura, incrementamos la
cantidad de calorías perdidas en otras 460, de manera que diariamente
perderíamos unas 600 calorías, que al año se transforman en 3 kilos más,
sumados a los anteriores, y además, según los costos de asistenta podríamos
llegar a ahorrar mínimo 1.200 dólares al año.

Una de las formas más sencillas de perder peso y ahorrar es
hacer el almuerzo lo más parecido posible a uno que realizaríamos en casa. Es
decir, si no tenemos tiempo para parar y tomamos los típicos bocadillos
prefabricados, y pensamos que eso es saludable, mejor los dejamos de lado,
porque no lo son, y preparamos uno en nuestra casa a base de pan integral,
hojas de ensalada, tomate, un poco de atún y tal vez mezclarlo con un poco de
pollo. Lo guardamos en la nevera, y el lunes (o el día de la semana
correspondiente), nos llevamos el bocadillo que hemos preparado en casa.
Es
mucho más saludable y nos ahorramos las 800 calorías y los 5 dólares o más
diarios que nos pueda suponer el bocadillo comprado, reduciendo nuestro peso y
engordando nuestra billetera: de 4
a 5
kilogramos al año y unos 100 dólares al año,
respectivamente.

Si solemos recurrir a alimentos de fácil transporte y rápido
consumo tipo bocaditos, (panes de plátano, chocolate en sus múltiples
presentaciones…), lo mejor que puedemos hacer es sustituir estos alimentos por
otros que proporcionan igual o superior nivel energético, pero cuyas grasas y azúcares
tienen proporciones diferentes mucho más aptas para nuestro cuerpo, como los
frutos secos. ¡Una grandiosa forma de cómo adelgazar ahorrando y en forma
saludable!. Compremos una buena cantidad, y hagamos bolsitas para llevarnos al
trabajo.
Si lo que nos gusta es el chocolate, no debemos privarnos de él, pero
economizamos y evitamos grasas indeseables si compramos una gran barra de
chocolate de buena calidad y lo partimos en porciones que nos vamos llevando a
nuestro trabajo. Todo ello puede suponer una bajada de peso de unos 4 kilogramos al año.

Y finalmente, por más que seamos leones carnívoros, es bueno
introducir en nuestra dieta un par de comidas vegetarianas a la semana. Podemos
optar por un grano que se está poniendo de moda por sus propiedades
nutricionales: el quinoa, que se cocina igual que el arroz, y que por su alto
contenido proteico y bajo en azúcar es ideal para bajar peso. Además es barato
por lo que nos ayudará a nuestro bolsillo.
Como vemos, son muchas las opciones que tenemos para saber
como adelgazar y ahorrar aunque tengamos que estar trabajando fuera todo el
día. Y cuando finalmente lleguen nuestras vacaciones, bueno, hagamos la cuenta,
según los datos anteriores, a ver de cuánto dinero disponemos para un buen
viaje.