Es una de las plantas con más posibilidades nutricionales que hay. Se halla incluida dentro de los granos (sin serlo), y suele ser cocinada como tal.

Sus requerimientos de crecimiento son tan espartanos que la hacen ideal para su cultivo en condiciones de baja calidad de suelos y climas extremos: 

Crece en zonas de montaña, por encima de los 3000 metros y prospera muy bien sobre suelos pobres y en entornos climáticos extremos.

Cada planta de quínoa alcanza entre 1 y 2 metros de alto y puede dar toda una taza de semillas, con un tamaño parecido a las de sésamo, y también algo redondeadas. 

Aunque presentan un abanico de colores que van desde el marrón al amarillo, pasando por la franja de los rojos, la mayoría de las que encontramos en las tiendas tienen un color más blanquecino.

Hoy día se la puede encontrar cada vez más fácilmente, y sobre todo en la sección de granos de las tiendas de alimentos naturales, o en la de alimentos orgánicos de los supermercados tradicionales.

Su uso se remonta a hace más de 5,000 años, cuando los Incas la cultivaron como uno de sus alimentos básicos. 

Se cree que ella era la responsable de la fortaleza y resistencia que tenían sus guerreros. 

Sin embargo, los cultivos fueron arrasados por los conquistadores españoles en el siglo XVI, en la pretensión de aniquilar la cultura Inca. 

Sólo algunos reductos secretos lograron sobrevivir y ya en el siglo XX, gracias al esfuerzo de dos estadounidenses que comenzaron a cultivarla en Colorado, es que se ha ido popularizando de nuevo este hoy considerado, súper alimento.

Una de sus más populares ventajas se debe a su ausencia de gluten de forma natural. Así, es una excelente opción para todas aquéllas personas que padecen enfermedad celíaca. 

Además, con su harina su pueden hacer fantásticos postres, galletas, y también panes y panecillos. 

Asimismo, sus hojuelas son la mejor opción para sustituir a la avena.

Pero no sólo lo antedicho es una gran ventaja de la quínoa, también es una magnífica y completa fuente de proteínas, es decir, proteína que contiene todos los aminoácidos esenciales para nuestra nutrición.

Por eso es un alimento ideal para aquéllas personas que no comen carnes habitualmente (vegetarianos y veganos). Pero no sólo para ellos, también cualquier persona que busque fuentes de proteínas completas y saludables tienen una fantástica opción en la quínoa.

Además, como hemos adelantado, contiene otros elementos nutricionalmente vitales como hierro, calcio, magnesio, cobre, manganeso, y mucha fibra.

Las semillas de quínoa están recubiertas con una resina jabonosa del tipo de las saponinas, que las protege. Pero ésta cubierta le da un sabor amargo si las comemos tal cual, así que a la hora de comerlas primero hemos de cocinarlas para extraerle esa cubierta. 

Para ello, mezcle una taza de quínoa con dos de caldo o agua y llévelas a ebullición, manteniendo después a fuego lento unos 10 a 15 minutos. 

Veremos que las semillas se van haciendo traslúcidas, separándose el germen a manera de una pequeña cola.

Una vez preparada, podemos usarla en muchos platos. Su sabor ligeramente almendrado y su textura esponjosa la hacen idónea para agregarla a sopas, guisos o bien a potajes.

Hay multitud de recetas para hacer de este grano/semilla un ingrediente habitual y nutricionalmente saludable de nuestra cocina diaria.