En la segunda mitad del siglo XX se descubrió que el hábito de fumar no es saludable. La Asociación Cardíaca Americana ha informado que el cigarrillo es una de las causas de muerte más prevenibles que existen. De hecho, el Centro de Prevención y Control de Enfermedades calcula que más de 443 mil personas mueren por año solo en Estados Unidos por complicaciones de salud ligadas al cigarrillo.

Por otra parte, es importante tener en cuenta que muchas personas son “fumadoras pasivas”, pues aspiran el humo inhalado por un fumador. Debes pensar que si continúas con el hábito del cigarrillo no solo afectas tu salud sino también la de quienes te rodean. Según la Asociación Cardíaca Americana, casi 70 mil fumadores pasivos al año mueren por ataques cardíacos y problemas arteriales.

En primer lugar, el cigarrillo incrementa las toxinas. Existen ciertos químicos presentes en el tabaco que provocan grandes estragos en el organismo, más aún si están combinados. Monóxido de carbono, radicales libres, cianuro de hidrógeno, plomo, alquitrán y componentes radiactivos: inhalas todo esto cada vez que aspiras el humo.

El monóxido compromete directamente el sistema circulatorio porque constriñe los vasos sanguíneos, impidiendo que las células sanguíneas transporten oxígeno a los órganos. Diversos estudios sobre el monóxido de carbono indican que es responsable directo de las enfermedades coronarias, que son la primera causa de muerte en la población de EEUU. Las mujeres que toman pastillas anticonceptivas y fuman, incrementan el riesgo de sufrir un ataque fulminante.

Incluso, fumar provoca enfermedades vasculares periféricas y aneurismas en la aorta. Por su parte, los radicales libres aumentan los niveles de colesterol LDL en sangre. El cigarrillo también disminuye la circulación, porque sus toxinas no dejan que la sangre fluya a través del organismo.

Los órganos principales del cuerpo humano –como el corazón y el cerebro-, los músculos y articulaciones necesitan una adecuada circulación para recibir oxígeno y nutrientes. Además, otros órganos –por ejemplo el páncreas- requieren un flujo de sangre adecuado para evacuar las toxinas del cuerpo.

Un sistema circulatorio que no funciona bien puede derivar hacia otros problemas de salud como presión alta, ritmo cardíaco acelerado, taponamiento arterial, coágulos, hipotermia. Por si fuera poco, una mala circulación sanguínea puede acarrearte disfunciones en los pies y dedos de las manos, debiendo llegar a la amputación en los casos más severos.