Existen dos patologías gástricas, la gastritis y la úlcera gástrica, cuya frecuencia está directamente relacionada con unos hábitos de vida muy concretos, asociados al consumo de algunas sustancias y a la infección crónica de esta zona ocasionada por la ingesta de agua o la exposición a emisiones de otras personas contaminadas.

Hablamos de gastritis cuando hay una inflamación del revestimiento del estómago, mientras que una úlcera puede ser desde una erosión que sólo afecta capas superficiales, hasta un orificio que atraviesa completamente el estómago, pudiendo ocasionar hemorragias severas.

Son pues, enfermedades de cierta  gravedad, por lo que es necesario atajar las posibles causas para prevenir su empeoramiento.

Vamos a ver cuáles son algunas de las causas más directas y qué podemos hacer para remediarlas.

Si bien, su ingesta ocasional no está ligada a la producción de este tipo de patologías, sí es cierto que:

Si lo ingerimos habitualmente, aunque sean bebidas de baja graduación, o bien las ingerimos, aunque sea ocasionalmente, pero son de alta graduación, éstas producen una erosión de la capa protectora de moco del estómago.

Con lo que el ácido termina haciendo un orificio o varios, en sus capas más profundas y ocasionando hemorragias. 

Si a ello se le suman algunos medicamentos que se tomen para reducir los efectos posteriores de la ingesta de alcohol, como anti-inflamatorios para las jaquecas, los efectos dañinos se multiplican de forma alarmante.

Como dato, el alcohol, aunque sea aplicado de forma tópica sobre la piel, si lo es en grandes cantidades, también puede ocasionar gastritis o ulcera gástrica.

Hay una bacteria que puede colonizar y vivir resistiendo el medio ácido del estómago sin más problemas, y cuya proliferación ocasiona inflamación crónica del revestimiento gástrico, Heliocobacter pylori es su nombre, y se mueve por las paredes gástricas gracias a un pequeño flagelo o cola terminal. Esto puede derivar, con el tiempo, en gastritis y/o úlcera gástrica.

Está presente en alrededor del 50% de los estadounidenses y en muchos no produce ningún síntoma. 

El contagio se produce habitualmente por las aguas o por el contacto con vómitos emitidos por personas infectadas. La determinación de su existencia es sencilla: a través de pruebas de sangre o aliento se puede saber si la persona está infectada. 

Por lo común el tratamiento consigue su erradicación y consta de un antibiótico junto a algún antiácido para reducir los síntomas.

Sin embargo, la causa más frecuente de este tipo de patologías no están en las dos anteriores mencionadas, sino en los medicamentos anti-inflamatorios, pues se suelen consumir con elevada frecuencia. 

Hablamos de los AINEs (antiinflamatorios no esteroideos), tipo ibuprefeno, naproxeno, y sobre todo el ácido acetilsalicílico o aspirina.

Aproximadamente el 1-4 % de la población que los consume va a desarrollar una úlcera o gastritis por su causa. 

Sin embargo, para ello es necesario que se los ingiera de forma habitual y durante un cierto periodo de tiempo. 

Ya que si se usan por un corto intervalo de tiempo, a causa de un dolor puntual (por ejemplo, un dolor pasajero de cabeza, o algún golpe que ocasione dolor e inflamación), es poco probable que produzca una úlcera o una gastritis.

También es necesario tener presente que muchos de los que padecen estas patologías ocasionadas por estos medicamentos, no experimentan síntoma alguno; e igualmente, síntomas experimentados tras la ingesta de estos medicamentos (dolor estomacal), no están relacionados con la aparición de estas enfermedades.

Existen varias alternativas para quienes no toleran este tipo de medicamentos analgésicos y antiinflamatorios, por ejemplo, el acetaminofén puede ser usado sin que exista riesgo de úlcera o gastritis

Así pues, si experimenta acidez, dolor gástrico que se calma con la comida y reaparece pocos minutos después, o sus hábitos de vida lo incluyen en alguno de los grupos mencionados, hágase revisar por su médico para comprobar que no tiene ninguna de estas dos patologías.