Muchas
veces nos damos cuenta de que inadvertidamente, con pequeñas y
sencillas acciones, hemos logrado cosas que de haber mediado un
esfuerzo mayor y más rápido, nos hubieran resultado imposibles. En
el caso de las dietas, puede suceder algo similar: no por realizar
férreas e intensas privaciones vamos a lograr un resultado más
consistente, pero tal vez, con cambios pequeños pero continuos y
definitivos, logremos eso que de otra manera sólo hemos conseguido
de una forma incompleta e inconsistente: perder peso.
Cómo adelgazar
con pequeños esfuerzos es lo que el dietista Clarke Collins propugna
y que vamos a ver a continuación:
La sensación de saciedad depende de reguladores gástricos que detectan la distensión de sus paredes, de esa manera el cuerpo sabe cuándo está satisfecho. Pero si tomamos las calorías en forma líquida, como por ejemplo, bebidas azucaradas, introducimos gran cantidad de calorías de una forma prácticamente inadvertida, y no saciamos el apetito.
Si Ud. comiera
solamente una vez al mes, podría comer lo que quisiera, pero como la
comida es un acto que realizamos con regularidad, hemos de
administrar bien lo que ingerimos: no comer mas que un solo plato,
saltando los entrantes, y ese primer y único plato ha de ir
acompañado de una guarnición de verduras.
Aunque
nuestra vida laboral y social sea totalmente absorbente y no nos deje
tiempo para pararnos a desayunar, hemos de saber que ésta es la
comida que mayores beneficios produce.
Está demostrado que mejora
la concentración, la memoria, el rendimiento en todas las pruebas
que realicemos y sobre todo, promueve la pérdida de peso a largo
plazo, así que si no tenemos hambre cuando nos despertamos, hemos de
desplazar el caos cotidiano al principio de la noche para que a la
mañana tengamos el hambre suficiente , y tiempo, para desayunar.
Nos
equivocamos si pensamos que no hemos de sentir los retortijones del
hambre para adelgazar, es lo lógico, no es anormal. Sin embargo,
hemos de saber diferenciar cuándo es hambre auténtico o es
necesidad psicológica de meter algún alimento en nuestra boca.
Hagamos la prueba simplemente bebiendo un vaso de agua. Si se nos
calma el dolor de hambre, es obvio que no la teníamos.
Realmente
ello no es posible si nuestros hábitos alimenticios pasan por
calentar a lo rápido cualquier cosa en el microondas. Hay que
planificar nuestras comidas, cocinar, por ejemplo, una buena cazuela
de algún potaje o sopa para ir tomando a lo largo de la semana al
llegar del trabajo, para no recurrir a los paquetes de comida rápida. Una grata manera de cómo adelgazar y además, si nos paramos a calcular, el gasto económico también se reduce.
El
Dr. Collins comenta que los productos integrales tienen una mayor
cantidad de vitaminas, minerales, fibra, vitamina E y vitaminas del
grupo B que los no integrales. Estos principios son lo que más
necesitamos para quemar energía. Además, como suponen un mayor
esfuerzo a la hora de masticar, es más factible que recibamos las
señales de saciedad antes de haber acabado la ración.
Lo
cierto es que existen varias investigaciones que avalan los
resultados que un dietista certificado logra cuando nos atenemos a su
instrucción, a la hora de perder peso a largo plazo. Se ha
demostrado que aquéllos que asisten a sesiones de consejo con un
dietista profesional pierden más peso que los que no lo hacen. Los
dietistas acreditados tienen las habilidades necesarias para
ayudarnos a desarrollar planes de adelgazamiento personalizados que
incrementan su eficacia de una forma ajustada a nuestro metabolismo
particular.
Hemos
de ser conscientes del peso y tamaño de las porciones que ingerimos:
saquemos las tazas de medir y las balanzas, un día ,y hagamos la
prueba. Además, es muy útil dividir nuestro plato en cuartos,
llenado cada uno de ellos con una porción de ensalada o verduras,
otro cuarto con carbohidratos y el resto con proteínas.
No tenemos porqué erradicar los alimentos que nos gustan de
nuestra dieta, simplemente podemos “diluir” su concentración de
calorías añadiéndoles legumbres y verduras a la, por ejemplo,
boloñesa de los espaguetis que tanto nos gustan. Así, si agregamos
cebolla, zanahoria, calabacín, todo finamente picado, más media
taza de lentejas rojas, tomate triturado y ajo, reducimos el
porcentaje de calorías de la salsa entre un 25 y 50%. De esa forma
tan sencilla estamos maximizando los nutrientes que ingerimos y
minimizando las calorías. De esta manera, adelgazar se
convierte en algo no sólo más sencillo, sino mucho más agradable.
El Dr. Collins comenta, para finalizar, que aunque pudieran
parecer banales, estos pequeños pasos arriba indicados, si somos
capaces de llevarlos a cabo, marcan una diferencia con respecto a
nuestro estado anterior, y seremos capaces de vivir en el rango del
peso saludable sin tener que acometer grandes sacrificios y
penalidades.