Desde hace mucho se conocen los efectos perjudiciales del tabaco sobre los pulmones.

Sin embargo, su efecto negativo es especialmente intenso también en todo el sistema digestivo, ya que el humo del tabaco contiene miles de sustancias químicas cuyos efectos, no sólo sobre el sistema respiratorio, sino sobre el sistema digestivo, son probadamente dañinos. 

Y afectan no sólo a estos sistemas, sino de manera global, a todos los sistemas del cuerpo.

Vamos a ampliar un poquito los múltiples problemas que el tabaco ocasiona a nivel digestivo.

Según la Agencia para la Información sobre los trastornos digestivos Claringhouse, fumar conlleva un incremento serio del riesgo de contraer enfermedades del tipo de cáncer de colon.

Pero además, promueve la aparición de la enfermedad de Crohn, las úlceras pépticas, enfermedades hepáticas, cálculos biliares y ardor de estómago, cuya intervención, junto a los factores propios del tabaco, acentúan la aparición de cáncer de esófago.

Son varios los mecanismos implicados, sin embargo el más determinante se encuentra en el elevado número de radicales libres que se encuentran en el humo del tabaco.

Moléculas que literalmente se pegan de una forma incorrecta al tejido sano, haciendo que sus células se fragmenten y rompan, y produciendo alteraciones en su ADN.

Cuando el daño en el material genético continua, se gestan los mecanismos principales de la carcinogénesis, porque cuando el ADN está dañado, la propensión a una replicación descontrolada, da lugar a un crecimiento descontrolado de las células cancerosas.

Indirectamente, los radicales libres producen vasoconstricción, es decir, dificultan la circulación sanguínea.

Con lo que los productos de desecho de las células, que son tóxicos para el mismo cuerpo, actúan reforzando el daño ocasionando por dichos radicales.

Otro efecto muy perjudicial de los radicales libres se encuentra en su capacidad para absorber y consumir antioxidantes, los cuales, entre otras acciones, protegen al ADN, así como de la oxidación (que libera más radicales libres), de los rayos solares, y del envejecimiento en general.

Uno de los órganos del sistema digestivo que se ve afectado directamente por el tabaco es el páncreas.

Esto es así porque el tabaco, según la Asociación Americana de la Diabetes, afecta a los niveles de azúcar en la sangre, incidiendo en la aparición o el desarrollo de diabetes, acelerando así el daño a los vasos circulatorios. 

La diabetes produce, combinada con el humo de los cigarrillos, compuestos a partir de los azúcares, llamados productos finales de la glicación avanzada, que son dañinos y ocasionan envejecimiento prematuro de los tejidos, especialmente del páncreas.

El daño hepático que ocasiona el tabaco también está demostrado. 

Aunque pensemos que el hígado no forma parte del sistema digestivo, es uno de los órganos fundamentales del proceso, ya que toda la sangre cargada de nutrientes que proviene del sistema digestivo y de toxinas que ingerimos con la comida, pasa directamente por el mismo, prácticamente como filtro primario y primordial, formando parte del llamado “metabolismo de primer paso”.

Cuando fumamos, el flujo sanguíneo se reduce por la vasoconstricción que produce, con lo que la sangre que llega al hígado para ser “desintoxicada” es menor.

Permaneciendo dichas toxinas más tiempo en el torrente sanguíneo, con las consecuencias que esto, lógicamente, conllevan.

Otro de los sistemas que se ven directamente afectados por el tabaco es el de la red linfática e inmunológica digestiva, centralizadas en las llamadas Placas de Peyer, y que desempeñan un papel fundamental en la protección del intestino delgado.

Asimismo, el cigarro puede provocar estreñimiento, ya que, si bien al principio incrementa el peristaltismo intestinal, cuando esto se produce de forma reiterada, da lugar a una dependencia del cuerpo para llevar a cabo dicho peristaltismo.

Y finalmente termina produciendo una debilidad de dicha funcionalidad, ocasionando un serio estreñimiento.

Secundariamente, el estreñimiento es causa de una sobrecarga de toxinas para el hígado, toxinas que normalmente se excretan con las heces.

Pero al permanecer más tiempo del habitual, a través de la circulación enterohepática (un circuito que conecta intestino grueso con el hígado), regresan las toxinas al mismo.

Con lo que se empeora la toxicidad general y se acrecienta el estreñimiento, entrando en un círculo vicioso de progresivo empeoramiento que sólo encuentra solución en la supresión del tabaco.

Como hemos podido ver, el tabaco afecta prácticamente a todos los órganos que componen el sistema digestivo. Y como todo lo que afecte negativamente a los procesos digestivos repercute también negativamente en la salud, esto determina un acortamiento radical de la longevidad.

Lo que también está acrecentado por las repercusiones negativas que produce sobre la regulación del azúcar.

Si queremos evitar todo este mal ocasionado por el tabaco sólo hay una manera: dejarlo definitivamente. 

Han de pasar muchos años hasta que los efectos negativos acumulados tras fumar una serie de años vayan desapareciendo.

Por lo tanto, si queremos evitarlo y no podemos dejar de fumar, hay muchos programas de ayuda que tienen muy buenos resultados.